¡Cómo está el servicio!

Seis adultos y tres niñas de 9, 8 y 6 años comimos en El Remedio este sábado de Agosto. Volvía a este lugar al que, hace treinta años, me traían los sábados tarde para asistir a la misa que celebraba D. José Antonio en la capilla contigua.

Restaurante prácticamente lleno, ocupamos una de las mesas situadas en el porche orientado al sur sureste por el que se accede al edificio. Mantas en las sillas para los frioleros. Cuando me acerqué a reservar la mesa una semana antes se me había ofrecido ocupar las situadas entre las dos puertas, al llegar nos sientan en la del costado izquierdo. Paso a describir la comida.

Para las peques unas croquetas y un solomillo, ambos volaron. Se nos ofrecieron almejas a la sartén que, un rato más tarde, en el momento de tomar nota, ya no quedaban, primero de los despropósitos del pésimo servicio, así que los adultos compartimos unas gambas, algo crecidas, de Huelva, a la plancha, unas rabas notables para el estándar actual, aunque lejos de las que tomábamos de peques los locales, acompañadas de esa mermelada de limón que, si algo encontré fue escasa y creo que, en mi opinión, mejoraba a la simple raba, una ensalada de ventresca con piquillos, floja a mi parecer, un pastel de morcilla de Villada y una cebolla rellena de lechazo de Mayorga, ambos muy sabrosos y conseguidos, aunque ¿Hay algo que lleve morcilla que no lo sea?

De los segundos destaco la colosal y exquisita lubina a la plancha en su justo punto que pedimos cuatro de los seis adultos, servida sobre una cama de crema de puerros, muy escasa en mi caso, y con chips de varias verduras, puerro, pimiento rojo... Algunos de ellos, más que crujientes, simplemente duros y casi incomestibles. Mi mujer pidió unas croquetas de rabo de toro que venían presentadas rodeando un cuenco de salsa barbacoa, originales y resultonas. Otro solomillo completó la ronda de segundos.

Cerramos con tres postres, arroz con leche muy conseguido, jugoso y ligero, un crjiente de chocolate blanco estupendo y la tarta de avellana que, ante lo elevado de las expectativas, me defraudó.

Una botella de blanco, As Sortes 2008, de la que se nos previno que era la última, y una de tinto, Mauro 2010, que, ante la disparidad de gustos de los adultos debieran haberse servido simultáneamente y no una después de la otra, al parecer algo incomprensible para el personal que nos atendía, aguas y pan a medio cocer, 9 servicios de los que cobraron 9, aunque las peques no lo probaran, y 1 café invitación, todo un detalle, completaron el banquete.

A destacar, por si no ha quedado claro, y muy negativamente el servicio, lento, ineficaz, atolondrado, llegando a la desesperación tras reclamar hasta 4 veces una botella de vino, impropio de un sitio que goza de semejante emplazamiento, que cuenta con una cocina así de notable y que se mueve en este nivel de precios, Me tengo que remontar muy atrás para encontrar otro igual de malo. Una pena, porque los retrasos y las repetidas reclamaciones de platos y vino empañaron una comida que podría haber sido perfecta.

Dos pinceladas más. Resulta poco acertado que el acceso sea común a cocina y a la sala interior porque desdd nuestra mesa en el porche pasaban tanto comensales satisfechos como bolsas de basura. En cuanto al entorno, descuento el emplazamiento y me ciño a valorar el inmueble.

Recomendado por 1 usuario

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar