Restaurante sito en uno de los tres cuerpos en los que está estructurado el moderno y colorido chalet que los sustenta.
Decoración rústica colonial, con algún detalle industrial. Cada pared en un color intenso contrastado. Mobiliario de madera.
Lo visité hace unos meses, al poco de abrir, y fue un desastre. Pretendía ser un asador argentino y se quedaba en eso, en una pretensión. El género mediocre, la cocina mal, el servicio lento, insuficiente y sin formación alguna… Pero no quise introducir ninguna valoración, pues como digo llevaban pocos días abiertos.
Decidimos volver pasado el tiempo y observamos unos cambios que nos sorprendieron gratamente.
Han girado notablemente hacia una cocina más informal. Pese a que el concepto sigue siendo el de asador, y aun manteniendo las referencias argentinas, han introducido otras como hamburguesas, bocatas y diversos platos de picoteo.
Con lo cual ya vas a otra cosa, bajas tus expectativas y ellos las cubren.
Pedimos de entrantes unas ensaladas al centro, unas bravas, mousse de foie y unas mollejas. Las mollejas estaban francamente buenas. Asadas enteras (supongo, pues eran como en forma de salchicha corta y gruesa), jugositas y bien aderezadas.
Y las hamburguesas también recomendables. Con un pan recio y crujiente, buena carne, perfecto puntito de fuego y sabrosa guarnición. Yo la tomé con cebolla confitada, y mis hijas con foie.
La carta de vinos tiene cositas interesantes, como por ejemplo un V.T.Castilla, Montalvo Wilmot syrah roble, que fue el que disfrutamos. No hay mimo especial en su trato, si bien las copas son decentes.
El servicio sigue siendo lento, pero ha ganado en amabilidad y ha adquirido algo de experiencia.
Una buena opción para una cenita informal en La Cañada. En la próxima visita probaré la carne, pues oí buenos comentarios en la mesa adyacente a la mía.
Hola Aurelio, estoy de acuerdo contigo, una vez mas, (como solia decir nuestro añorado amigo en estas lineas Javier), muchas veces vas a un local y se aprecia bisoñez y en absoluto prepotencia o dejadez.
Jaja, esa palabra me encanta: bisoñez.
Un abrazo
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