¿Cómo? ¿Ya han pasado más de nueve meses sin juntarnos? Somos un auténtico desastre, vergonzoso, no tenemos palabra ni credibilidad alguna, ni un ápice de honradez, ¡hombre ya!...
...así, entre lamentaciones y otras lindezas más subidas de tono, culpándonos por ello los unos a los otros, como si de imberbes púberes se tratara, nos plantamos el grupo de los cuatro amigos cuarentones en Mercatbar con el único objetivo de pasar un buen rato.
Se nos volvió a cruzar en el camino la edición de marras de Valencia Cuina Oberta y, aunque daban opción a la carta, nos decidimos por el menú... que de discusiones y diferencia de pareceres ya andábamos sobrados.
Del local está todo dicho. Funcional, moderno con toques rústicos contenidos, duralex a tutiplén y guiños continuos a un pasado tan lejano en el tiempo como reciente en nuestras mentes. Ambiente sosegado y desenfadado en una sala con escasa asistencia de público.
Ronda de cervezas previa para calentar motores, quedando así el menú VCO (30 €) que consistió en:
Ensalada de Algas. Bocado inicial repleto de la esperada frescura. Cubierta por un amasijo de fideos chinos crujientes y un acertado fondo de curry. Contacto.
Tacos de Atún Rojo. Un par por cabeza. Materia de primera con un marinado a base de soja y una gelatina de wasabi. Reprís.
Ostra & Aire de Limón. Más continente que contenido, pues las ostras ostras son, sin que me aportara nada nuevo. Ralentí.
Yogur de Cubalibre de Foie. Creo que ya se ha escrito todo de la clásica creación de Quique Dacosta. Complementariedad y sinergia. Revoluciones.
Mollete de Costilla Coreana. Estos panecillos tipo al vapor me vuelven loco por su textura y fondo dulzón. Bien el guiso de la carne con un toque crujiente que le daba el austero y escaso acompañamiento a base de col morada. Bache.
Suquet de Peix. Perfecto fondo concentrado que entonaba el cuerpo a las mil maravillas. Fue el plato que más me gustó a pesar que la repetición de los fideos crujientes de arroz colocados por encima me contrarió un tanto. Tracción total.
Tostada de Rabo de Toro. Generosa ración del estofado repleto de potencia sápida con ese toque de los ajitos laminados por encima que sumaba. Cilindrada.
Como postres compartimos una Tarta de Manzana con Helado de Manzana Verde y un Brownie de Chocolate con Crema Inglesa de Cítricos. Ambos de nivel, haciendo felices a los más golosos. Fin del viaje.
Para beber una botellita de El Grifo Malvasía D.O. Lanzarote y otra de Guímaro D.O. Ribeira Sacra con correcto servicio en buenas copas. Para los postres un tokaji Disznóko 1413 recomendado por la casa que no me transmitió ninguna sensación especial. También una botella de agua grande.
Una ronda de correctos cafés y a buscar un sitio cercano para terminar de arreglar el mundo.
Hubo de todo, platos con impronta, como ese suquet y el cubalibre que merecen la visita, junto a otros más anodinos pero en conjunto creo sumamos una aceptable experiencia. No sé si tendremos que esperar otros nueve meses para volvernos a juntar...