Casi perfecto.

Reconociendo un buen entorno y un cuidado en los detalles, hay algunos otros detalles que fallan en lo básico: la cocina.

Atención, servicio, matelería y decoración están cuidados con mimo. Los colores son oscuros, cierto, pero la iluminación es destacadamente natural, lo que hace que el entorno sea bastante agradable.

Sin embargo, la cocina derrapa, pocas veces, pero siempre alguna vez por estancia. El arroz de los makis que tomé era un arroz excesivamente pastoso y sin gusto. La ternera en salsa picante no tenía tampoco gusto y estaba pasada de picante. El resto, muy bueno. Algunos aciertos muy remarcables.

La selección de vinos aceptable.

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