Restaurante dentro del puerto de Valencia y que puede resultar engañoso visto desde fuera, pero que esconde una más que correcta cocina. Funcionan con tapas para compartir, aunque los arroces que ofrecen a mediodía no desmerecen en absoluto.
Pedimos una ración de bravas, recién hechas, acompañadas con ajoaceite y pimentón de la vera; calamares a la romana con una finísima capa de rebozado; unas excelentes albóndigas con salsa de boletus y las imprescindibles gambas al ajillo, que sirve enteras y peladas.
Para beber, Juan Gil, de Jumilla. El servicio del vino se limita al descorche y poco más.
El servicio de sala rápido y atento, sin esperas innecesarias, a pesar de estar lleno.
Desde hace algunas semanas han abierto una agradable terraza y que forma parte del local, nada que ver con las incómodas (por lo general) terrazas que habilitan algunos restaurantes en la calle por estas fechas.