La calle y la entrada (parece la de un bar normal), no auguran lo que vas

La calle y la entrada (parece la de un bar normal), no auguran lo que vas a encontrar al fondo, un restaurante luminoso y funcional, con una sugerente cava climatizada que presagia buen trato al vino. En la carta de comida, destacan los platos de materia prima local (cecina -buenísima, hervida despues de una semicuración-, morcilla de burgos,..) y los guisos (pollo de corral, callos, manitas de cordero -deliciosas-, pichón estofado,..) y también tienen una buena presencia de pescados. La carta de vinos, sinceramente, impresionante por inesperada. Gran variedad de vinos de Castilla León y nacionales y, sobre todo, una cuidada selección de vinos internacionales -sobre todo de Francia- donde se percibe el asesoramiento de nuestro buenos amigos Paco y Maribé. Precios muy razonables (con márgenes de entre un 20-30% -para los vinos más caros- y de un 50% -en los más baratos- sobre precios de tienda. Ojalá viéramos esta práctica más habitualmente en los restaurantes. Copas más que correctas, buena temperatura de servicio y trato cariñoso por parte del personal. ¿Se puede pedir más?. Pasamos una velada encantadora.

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