Acogedor restaurante emplazado en la castiza zona de Huertas.
Clásica rusticidad, con iluminación y ambiente intimista. Mucha madera y blanco.
Tienen un reservado a modo de bodega en la planta sótano, que es el que ocupamos los diez comensales que formábamos el grupo.
Cocina regional murciana, con estelar papel de los arroces.
Tomamos una sucesión de primeros: Habitas Fritas con Huevo Escalfado, Chipirones Encebollados, Jamón Ibérico y Croquetas caseras. Sabrosos todos ellos.
De segundo, el arroz murciano por excelencia, Arroz al Caldero, que estaba fabuloso.
Vinos: carta escueta y trato mediocre.
Honesta propuesta con muy buena RCP y la ventaja de disponer del citado reservado, ideal para grupos festivos.
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