Toma de contacto

No poseer el don de la ubicuidad es un engorro. Este restaurante siempre había sido una opción; pero nunca la habíamos consolidado. Cualquier elección lleva implícita la posibilidad de errar y en esta ocasión el pasado nos persigue: ¿En cuántas ocasiones hemos terminado comiendo, como diría Pepe Iglesias, en una casa de postas con aromas de fritanga rancia? Ahora ya sabemos que siempre nos quedará Daimiel.
El Bodegón fue herradero de caballerías, molino de aceite y posterior bodega, y está asentado sobre los restos de la antigua muralla del castillo. Mantienen parte de la maquinaria que se usaba en el lagar y algunas tinajas destinadas a coquetos comedores. También mantiene unos incipientes pasadizos que son utilizados como cava para conservar vinos.
La cocina es tradicional manchega actualizada; aunque deberíamos decir que es ambivalente sin llegar a la contraposición, más bien una es evolución de la otra. Y es que puedes elegir la cocina de María y la cocina de Rubén. Volveremos para solazarnos en el génesis mariano; pero en esta ocasión comenzamos por la techumbre. Y disfrutamos, con algún plato al que habrá que dedicar más tiempo, incluso comentar con Rubén, porque Rubén es un apasionado y habla como tal; pero esgrime razones y tiene fundamentos y maneja conceptos y además dialoga y discute. Y con estas armas, una madre nutricia y docente, una materia prima cuidada y una técnica evolucionada en la experiencia, poco más se le puede exigir para garantizar el éxito. Pasada la intensidad inicial nos cautivó el Parmentier de zanahorias con verduritas y humo de encina. Entre exclamaciones de gozo nos entusiasmó el Pulpo frito con mayonesa de tempranillo manchego. Y quedamos perplejos ante la suavidad y la contundencia controlada del Solomillo de gamo macerado a las finas hierbas y caldo de caza. No obviamos el bacalao confitado y volveremos para dedicarle más tiempo; pero el referente era otro bacalao de Paco Morales en al antiguo Senzone de Madrid.
Hay un pero, la carta de vinos. Ramón no necesita halagos, es ágil, ofrece soluciones, tiene cintura experimentada y baraja alternativas, es ese profesional que es un seguro contra cualquier contratiempo; pero mantener un incunable como carta de vinos; puede ser anecdótico, pero no práctico y más que nada es disuasorio. Abundan los vinos de Castilla La Mancha tradicionales bien tratados, echamos de menos esos otros vinos de producciones controladas, levaduras autóctonas, bajos rendimientos, sulfitos escasos. Está en elaboración una carta más manejable, puede que sea la oportunidad para introducir las tablets como en Monvinic.