Correcto.

Cena de cinco amigos, aunque la reserva era sólo para cuatro. No pusieron ninguna pega, al contrario, intentaron que estuviéramos cómodos.
Como acudimos para probar los calçots, me encargué de insistir en que nos reservaran un buen puñado, jeje.
Del local y su ambiente, poco que añadir. Es muy acogedor pero tiene un pero; las mesas están demasiado juntas y la intimidad es inexistente.
Unas cervezas para empezar.
Como entrantes pedimos un queso de cabra rebozado y acompañado por una mermelada. Bien.
Pedimos una sartén de revuelto de morcilla, setas y piñones que está muy muy buena.
El tercer entrante es secreto ibérico para compartir. Me gusta cómo lo preparan en este restaurante, aunque la ración es escasa.
Como plato fuerte, tres amigos nos decantamos por los calçots y los dos restantes por un entrecotte de buey, que piden poco hecho y trinchado.
Los calçots están bien asados y vienen con una salsa romescu que acabamos con fruición.
La carne del entrecotte es excelente, mantecosa y con buena grasa infiltrada. Me sorprende gratamente.
Para acompañar el vino que nos queda pedimos una sartén de revuelto de espárragos. Me quedo con la de morcilla.
De bebercio, tras la cerveza, pedimos un Trilogía pero nos aconsejan un Bilogía. Bueno... como no me gusta discutir le digo que adelante y nos lo atrae. Al final caen tres botellas.
No pedimos postre porque llegamos justitos al final de la cena.
Si mejoraran el asunto del exceso de mesas sería un restaurante interesante.

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