Hay que ver que cierto es ese dicho de que uno está más guapo (o menos feo) calladito. No hacía ni una semana que echaba pestes y juraba no volver a entrar en el juego de los restaurantes con sistema de doble turno, y… me desdije más rápido que deprisa.
Tenía mucho interés en conocer esta propuesta y mi familia aún más (jamás les llevo a un italiano, y a ellas les encantan) y… --“O a las 13.30h o a las 15.15h”. ¡Meeeeecag… No me…! ¡Cualquiera les dice ahora a esas tres tigresas que no las llevo! --”Pues venga, dame a las 15’15h”. La anterior vez que comento y linkeo elegí el primer turno y me quedé con la copa a medias, pues vamos a probar el segundo turno, oye.
No sé qué es peor. Si quedarte con la copa a medias o llegar cargados de aperitivos para aguantar hasta esas horas y encima tener que esperar en la puerta 10 minutos junto con el resto de ansiosos clientes de ese segundo turno mientras arreglan las mesas que se resisten a abandonar los del primer turno.
No voy a decir otra vez que no vuelvo a ir a uno de estos porque luego me pasa lo que me pasa… Pero me entran unas ganas…
Bueno, vamos al lío.
Es un local con mucho sabor, y uno no sabe muy bien el motivo, pues es minúsculo, modesto y constreñido. 5 mesas. O estás pegado a la cocina a la vista o a la entrada, no hay más.
Tiene detallitos que le dan un puntillo, como esa parecilla rojo vivo, ese par de básculas antiguas colgantes de mercado, esa estrecha repisa/barra casual sobre la que hay dispuestos libros, revistas, frascos de conservas de alcachofas y tomatitos…
La atmósfera es cálida, “vivida”, amigable.
A la entrada ponía algo así como “Si quieres disfrutar un montón, pide el menú degustación”. Lo tomamos, tomamos el Menú Degustación de ese día, lo van variando pero por lo que comentaron el esqueleto es siempre similar, terminando indefectiblemente con dos pastas que pueden ser tres si te quedas con hambre (lo que no sé es si en este caso te suben el precio)
• Crescioni de hierbas y queso.
• Piadina de mortadela con trufa, rúcula y queso.
• Flan de parmesano y alcachofas.
• Steak tartar de potro con calabacín.
• Ensaladilla de pollo de corral.
• Lasaña de la casa.
• Cappelletto de tigreros y longaniza.
• Tartas caseras (chocolate, canela y mascarpone).
Nos lo recomendaron efusivamente unos buenos amigos al comentarles que yo jamás iba a un italiano, que me aburrían, que me parecía monocromática su cocina. Agradezco de verdad el consejo, comimos de maravilla, es cocina italiana, sí, y fuera de Italia, sí, pero no puede ser más casera, variada y auténtica. Centra el tiro en la pasta fresca, soberbia, y en las especialidades de Ravenna, se donde es originario el dueño del negocio.
No puedo decir otra cosa que no sea que estaba todo riquísimo y presentado con humildad pero con gracia.
Comenzamos con el crescioni y la piadina, servidos sobre el corte transversal de un tronco de árbol, dos tipos de “empanadas” italianas, brutal el crescioni con un potente sabor a hierbas provenzales; seguimos con el flan, churruscadito por encima, la parte donde se refugiaba el parmesano, y jugosísimo en su zócalo, con la alcachofa omnipresente; llegó el steak tartar de potro, que rellenaba desbordante cortes también longitudinales de calabacín horneado y horadado; llegó el turno de la ensaladilla, sabrosa y fresca, se agradeció ese punto “limpio” mediado ya el festín; y las dos pastas, una tras otra, presentadas en grandes sartenes de aluminio al centro, con una espumadera para servirte, potente la lasaña y originales, sápidos y adictivos los cappelletto, una especie de ravioli pero con un doblado más, con forma de entre sobre y saquito, con esa acertada combinación de salchicha fresca y trigueros, y bañados con una trabada salsa de queso… un espectáculo; y cerramos con las tartas caseras, sí, había hueco para ellas, forzando pero lo había.
Tomamos un blanco italiano de la variedad pecorino (lleva a confusión con el queso, parece ser que su nombre viene de que a las ovejas locales, de raza pécora, les encantaba merendarse las uvas) Belisario Pecorino Terre di Chieti 2013 que nos resultó agradable, quizás algo cortito pero con buen balanceo cítrico/frutal. Sin mimo alguno en su trato.
El servicio resultó un tanto atropellado, se trata del propio dueño que va de un lado a otro a toda pastilla con las sartenes para arriba y para abajo… Se mueve en muy pocos metros, pero hace muchos kilómetros. Un tipo correcto y expeditivo que te dedica el mínimo tiempo, poco para satisfacer mi curiosidad e inquietud culinaria habitual.
Me hizo mucha gracia la forma de presentar la cuenta, en un minicarrito metálico de supermercado.
Si tuviera que basarme exclusivamente en la comida, diría aquello de “volveré sin duda”. Si a este juicio le añado la variable de la incomodidad que sufrimos una familia de “patis larguis” como la nuestra, diría aquello de “quizás vuelva”. Y si sumo el sistema de doble turno pues diría aquello de… “será difícil que vuelva”… pese a lo bien que se come, insisto.
Pues es un comentario extenso y bien detallado con más positivos que negativos, como para que sa dificil que vuelvas.
Ahora si te desdices tanto como de los turnos, igual ya tienes nueva reserva. (jejeje).
Nos ganan por la comida, los inconvenientes es el peaje.
Saludos
Soy un hombre sin palabra...
;-)
Nos ganan por el estómago, como decían antes de las mujeres jaja
Slds
Al igual que Fer, lo tengo en mente desde hace mucho, porque a mi sí me gusta la pasta. No podía imaginar que fueras aquí, aunque queda claro por quién.
Un abrazo.
Jajaja, eres culo de mal asiento.... Ya sabía yo que no tardarías mucho en ir! ;-)
Me has hecho pasar un buen momento leyéndote, casi como si estuviera... :-) y eso que no soy un gran amante de la cocina italiana...
Un saludo
Joan
Esta misma semana me decia la jefa que tenía ganas de ir. Ahora con tú comentario hasta yo tengo ganas.
Ah, y siempre el segundo turno ;-)
Abrazotes
Ya sabes, Oti, uno que se entrega a su familia...
Abrzs
Jeje, ya sabes, este odido genio...
;-)
No, ni yo, pero.... Este merece la pena
Abrzs
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