Comida para cuatro, un miércoles a mediodía. Restaurante bien situado, al lado del ayuntamiento de Banyoles, cerca de l'estany; local muy luminoso, mesas amplias y separadas, buen menaje. Carta y tres menús donde elegir. Comimos el de cinco platos y dos postres (58'00 €). Como entrante tres bocaditos (confitura de tomate, olivada, bacalao), cap-i-pota con berberechos y ravioli de manzana y butifarra negra. Todo muy rico. Los platos fueron sardinas marinadas con puré de garbanzos (muy bueno, y no me gustan las sardinas...), salmonetes con "ceps", vieira con esparragos, "dèntol" con verduritas (crujientes, al punto), y cochinillo confitado. Un postre con frutos rojos y otro de plátano y piña. Todo a un excelente nivel. Para beber tomamos un blanco (del que no recuerdo el nombre), y una botella de Carmelo Rodero. Cafés, "petits fours" y una degustación de vinos de postre, a los que nos invitaron.
Lo peor del restaurante: está demasiado lejos. Un lugar para estar casi como en casa, atendidos por unos amigos que te hacen sentir, pues eso, como en casa. Muchas gracias.
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