Segunda visita a este restaurante que me sigue sorprendiendo por lo elegante, bien atendido y con una amplia carta en medio del Alt Empordà menos turístico. Como en la primera ocasión, presencia notable de franceses y alemanes.
He de comentar que tengo mejor recuerdo de la primera ocasión. En esta ocasión, de primero una sopa de cebolla gratinada muy anodina y unos calamares a la romana, demasiado rebozados y aceitosos para mi gusto.
Mejor los segundos, unas chuletitas de cabrito y un entrecot, ambos a la brasa, muy correctos.
De postres tienen una notable propuesta de pastelería propia y, en esta ocasión, compartimos unas lionesas de nata buenas pero las prefiero más pequeñas, de un bocado a la boca.
Un par de copas de Finca Olivardots Vermell, correcto sin más. Este celler empordanés ofrece muy buenos tintos de precio más altos.
Mesas separadas, bien paradas, servicio amabilísimo y un entorno rural muy bonito junto a una carta amplia y una propuesta de vinos interesante justifican esta excursión a Boadella.
Sopa de cebolla
Calamares romana
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