Una aventura la de anoche. Llamé para reservar, anulé por un contratiempo y al final, se arregló el tema, pero tardísimo, así que como me había quedado con las ganas, volví a llamar y pregunté si nos daban de cenar a las 23.15 que era cuando teníamos previsto llegar, a lo que nos responden "hombre, si tenéis hambre pues claro". Ea, con un par, me encantó la respuesta y ahí nos encaminamos.
El local es espartano, sin florituras, humilde como todo lo que allí se ofrece. Nos recibe el que imagino que es el dueño. Nos da las gracias por visitarles y nos ofrece una mesa lo mas alejada posible de la puerta por eso del frío. Estos detalles a mi me gustan, son señal que quieren agradar y hacer que el comensal se sienta agusto.
Comenzamos con el tema. Aperitivo de unas patatas fritas cortesía de la casa mientras ojeamos la carta. Nos preguntan por la bebida, no tenemos claro si vino o espumoso, finalmente nos decidimos por el espumoso. Como en carta tienen pocos, nos traen creo recordar que siete botellas a la mesa, haciéndonos una breve explicación de cada uno de ellos con su precio. Puntazo de nuevo y ya van dos.
De comer tienen un apartado de tapas y otro de platos. Nos traen un peazo chuletón que quitaba el sentido y nos preguntan si lo ponen en marcha. Demasiado, estamos un poco llenos después de tanta fiesta. Optamos por unas tapas para compartir:
Buñuelos de bacalao.- Lo mas flojo, crujientes por fuera pero el interior demasiado bola, personalmente nos gustan mas ligeros.
Chistorra.- Cuatro trozos de chistorra bañados en salsa hecha con nata, el caldito que suelta la chistorra y foie, buenísima.
Tartar de salmón.- Impresionante, cantidad generosa, pura suavidad, acompañado de guacamole, mostaza, paté de oliva negra, táperas y una mezcla de cebolla con tocitos de pimiento. Los acompañamientos se sirven en el mismo plato, pero no mezclados para que cada uno los integre como quiera.
Patatas a lo pobre.- De requetechupete, plato típico de patata con jamón y un par de huevos fritos, ganador del concurso de tapas de Gandía. Si lo llegan a sacar al principio, pedimos otro sin pensarlo, pero ya estábamos llenos.
No tomamos postres.
Bebida: Cenamos con champagne Nicolas Maillart brut millesime muy correcto. Servicio perfecto, atemperado de copas y relleno contínuo. Precios de escándalo (32,00 €). Aparte una botella de agua.
Nos invitaron a las infusiones, otro detallazo. Salimos encantados, el trato fenomenal, el servicio también, fuimos los últimos en abandonar el local y ya había sonado la 1 de la madrugada, pedimos disculpas por la tardanza y aún nos volvieron a agradecer la visita.
Volveremos.