Nefasto

veníamos ilusionados y bien predispuestos a este restaurante avalado por una estrella michelín, pero resultó ser una de las peores experiencias gastronómicas en mucho tiempo.
Para empezar el local es diminuto. Compartes prácticamente mesa con el comensal de al lado y eso es un restaurante con estrella michelín y que cobra la cena a 100 euros por persona es inaceptable.
Pero la dimensión del local fue una pequeña decepción si la comparamos con la comida. Menú degustación: Para empezar tres entrantes exiguos y diminutos que no decían absolutamente nada. Seguimos con una ensaldada de muchos ingredientes (todos diminutos) absolutamente insustancial. A continuación un huevo (parecía pasado por agua), piña y verduras que no me acabé dada la extraña mezcla (creo que el huevo no es para mezclar con frutas dulces). Pasamos a un arroz verde con gambas (tres gambas diminutas) y dos anacardos que tampooco sé a qué venía. Los platos fuertes eran una lubina comn verduras. La materia prima buena, pero faltaban tres cuartos de la lubina, además de ser un plato absolutamente anodino. Para terminar un cordero con salsas varias que tampoco dice nada de un restaurante de lujo.
Los postres ni los recuerdo. El pan malísimo (eso sí, ecológico).
En resumen, cocina mediocre y decepcionante.
El servicio no fue mucho mejor. Trató de ser amable, pero comentieron errores de bulto: al empezar, mi esposa pidió evitar la fruta en el menú, pero luego descubrimos que tres de los platos la incluía. Al ver que servían aceite a los comensales de al lado y que a nosotros no nos servían, pedí el aceite y sólo entonces lo pusieron (no sé si por verguenza o por olvido).
Cuando servían los platos, derramaron una copa de cava. Esto le puede pasar a cualquiera, pero si pasa espero unas disculpas más sinceras del servicio en un restaurante de 100 euros por cabeza. Sin embargo, lo realmente inaceptable fue que no repusieran la copa caida hasta que no se lo recordamos al camarero de turno!
El último gran detalle del servicio fue con los bombones del café. Servían unos bombones a cada mesa. No obstante, a la mesa de al lado, que al parecer eran clientes habituales, les ofrecieron repetir una segunda ronda. Con nosotros no tuvieron tal deferencia. Entiendo que tengas un detalle con los clientes habituales, pero cuando las mesas están tan juntas y el cliente de al lado lo ve y oye todo, es inaceptable que éste puede ver un trato distinto a otro cliente en sus propias narices. En teoría, una de los parámetros para dar la estrella michelín es consistencia y homogeneidad en el trato y en el servivio, pero seguro que los de la guía son de los que repiten bombones...
En resumen, una absoluta decpeción. Para no volver.

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