Sabores auténticos

El local está magníficamente ubicado entre campos de arroz. El edificio es algo viejo y destartalado, los manteles y la vajilla también, pero todo desprende un aroma muy entrañable.

Fuimos 4 personas a comer y optamos por unos entrantes y arroz:
-Croquetas de puchero con curry. Muy buenas. Las corquetas contundentes, con mucho sabor, y la salsa bien suave.
-Pulpo a la brasa. Excepcional. Una lástima que la ración sea algo escasa.
-Arroz de alcachofas y huevas de sepia. El arroz en su punto... tal vez algo duro. En cuanto al sabor, la alcachofa se apoderaba y dejaba poco lugar a las huevas.

Los postres merecen atención especial:
-Capricho de Helena. Compuesto por brownie, con cemoso de chocolate blanco y negro, más un sorbete de mandarina y trocitos de naranja congelada. Realmente son muchos postres en uno, un auténtico plato principal. Impresionante.
-Pastelón de la abuela. Galleta maria, chocolate y natillas... Otra ración de energia y sabor. Muy bueno.
-Natillas de chocolate. Este es más sencillo, pero también está muy logrado.

Bebimos agua y unas cervezas Mezquita. Disponen de una amplia carta de vinos y cervezas.

El servicio atento y muy familiar, mucho. A mi me hizo sentir cómodo.

El precio, 34 euros por persona.

Un lugar que no deja indiferente. Para mi, una experiencia muy recomendable.

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