Cena en un restaurante no visitado, con degustación de ostras y maridadas con bodegas Gramona. Todo ello a buen precio. Imposible renunciar.
Nos encaminados, 4 parejas, al local ya descrito en otros comentarios y que estaba con las mesas colocadas en plan boda en dos mesas corridas ya que la asistencia fue más que masiva. Bastante apretaditos nos sentamos cuando nos informan de que ha habido un problema con Ostrarium, la empresa encargada del evento, ya que le falta la estrella de las ostras, la francesa, y nos tenemos que conformar con la gallega y la del Ebro. Buen chafón.
Abriendo ostras a destajo y mientras nos comentan las caracteristicas de cada una de las dos supervivientes: la Ostrea Edulis, gallega, más plana y redondeada y que nos sirven una sin aliño y otra con aliño para diferenciarlas. De la misma forma, la del delta del Ebro, una ostra más voluminosa y carnosa en boca. Los aliños no mejoraron para nada al producto especialmente por sobrecarga de especias.
Los vinos que acompañaron las ostras fueron de Gramona: Mes Escorpi 2013, Gessami 2012, Mustillant Rosat, Gramona Imperial
El precio de las 4 ostras y las 4 copas de vino (servidas en la misma copa, porque no había copas para todos para cada vino) está bien, ya que sale a 4€ por ostra y copa.
A continuación vino la cena, un poco tipo boda: entrante de tosta con tomate y sardina, la cual andaba un poco blanda de carnes. El siguiente entrante un revuelto de ajetes y champiñones, más bien escaso y nada interesante. Croquetas de ibérico, bastante pobres de sabor de jamon y mucho de sal. Terrina de paté y boletus edulis normal.
De principales a elegir: atún que andaba bien de plancha pero pasado claramente de sal (signo de descontrol en cocina pues el atun estaba salado y además llevaba sal Maldon por encima); y la carne, lo mejor, un Agnus bien hecho, ración ajustada, buen punto de sal (por fín).
De postre, aún más tipo boda, tarta de chocolate con nata, bastante prescindible.
El tema de vinos durante la cena fué bastante caótico. Algunos del final de la mesa parece que se había traido su vino, alguna botella de vino tinto apareció desde la barra y a la mayoría nos tocó rematar los vinos de Gramona que faltaban por consumir; por desgracia me tocó en la zona de rosado y eso es lo que acompañó al agnus, a pesar de repetidas peticiones de algo de tinto aunque sea aparte del precio.
Imposible hablar con alguien que no esté a tu lado por el ruido del ambiente. Mucho esfuerzo por parte del local, pero el volumen desbordó todo: servicio, presentación de comida, vinos, ostras, etc... Las ostras se pagaron antes de cenar dejando una mala sensación. Una pena.
Precio de la cena 20€ más 15€ de las ostras y maridaje (rebajaron 5€ de lo previsto).
Solo valoraré de la cena ya que el tema de las ostras era completamente aparte (incluso en el pago).
Habrá que buscar un mejor momento, pero ese día fué así. Lo que se cuenta en Verema es la experiencia de cada uno en el dia que está allí, y seguro que la mía fue la excepción por lo que se puede leer.