constituyó la cena en este restaurante, sin duda uno de los mejores que he estado en mi vida.
La cosa empieza bien desde la entrada, impresionante, continúa con el vetusto ascensor y sigue en la recepción, cortés pero amigable a la vez. La verdad es que es una de las veces, sino la mejor, en que más a gusto y mejor atendido he estado. Ibamos un grupo de 10 personas y entre los comensales había gente bastante joven, propensas a las risa y las bromas. El personal en todo momento entró al juego y nos respondió de maravilla a todo tipo de cuestiones que sobre la comida y/o bebida les hicimos.
La Terraza es un lugar espléndido sobre la calle Alcalá y casi tocando las esculturas que adornan las cúpulas de los edificios cercanos (Banesto,...). Un privilegio poder estar allí.
El servicio excepcional; por profesionalidad y simpatía, desde el maitre hasta el último de los camareros y pasando por la sumiller, con la que me entendí a la primera.
El Dry-martini de aperitivo inolvidable. Hicimos un menú degustación lleno de sorpresas. Por citar algunas en el cocktail la mantequilla de aciete (metida en un tubo como de pasta de dientes), el barquillo de patata lila, la croqueta líquida de jamón,...
En los tapiplatos el salmòn marinado en miso, los ñoquis al pesto, el rape con rissotto de amaranto, el pichón gelé-cru manzana al cassis,...
De los 17 platillos de salado sólo no me gustó las virutas de hígado de pato con anguila y helado de manzana, en el que el gusto ahumado del pescado anulaba los demás completamente.
Los postres en la misma línea de deslumbrar y gustar a la vez, y las "pequeñas locuras" del final todavía me hacen ensalivar cuando las recuerdo.
Maridamos perfectamente el Cocktail con Freixenet Brut Barroco, los snacks con José Pariente 2009 y el final con Remírez de Genuza 2004.
Para qué hablar de la carta de destilados,...¡menudo malta me bebí!.
Del menaje y demás poco que añadir, perfecto, como el resto.
Mi impresión general es de haber estado en un lugar excepcional, por entorno, por servicio, por gastronomía y oferta enológica. Toda una experiencia. Empezamos a las 22 y salimos a las 2 a.m.
Al finalizar nos dieron a cada uno el menú impreso con un gusto exquisito.
Caro pero con una RCP en mi opinión muy buena.