Tenía muchas expectativas creadas sobre este restaurante, uno de los

Tenía muchas expectativas creadas sobre este restaurante, uno de los supuestamente mejores de Madrid. La cena fue de cumpleaños de mi mujer y dada la ocasión reservamos en la terraza. El servicio dedujimos que debía de ser en practicas porque menos el maitre, el resto de personal estaba "a por uvas", nos trajeron unos aperitivos (todos secos y salados) y ni nos pregunatron por la bebida y eso que caían unos 34º y eran las 22 h. Menos mal que la gastronomía se fué abriendo paso y dando algo de razón a los que opinan que merece la pena ir aunque sea una vez. Unas cigalas al pil-pil de jamón, un morillo de atún y unas sublimes costillas de buey al vino tinto (solo por eso merece la pena ir) calmaron la primera impresión y zanjó en asunto como una velada muy agradable pese al servicio amable pero claramente inexperto. De todos modos, no está a la altura de un Zalacaín (siempre ha habido clases).

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