No iba a hacer más comentarios sobre este restaurante, pues ya he hecho bastantes y de sobra es sabido que me tiene ganado el corazón. Pero ya que me he animado me despacho de buen gusto.
Hacía tiempo que teníamos una quedada pendiente, y como a todos nos gusta jugar en casa, escogimos la casa de todos, que es Ca Pepico.
En resumen: casa de pueblo en medio de la huerta con el encanto que tiene para los turistas, pero también para los que hemos crecido en este entorno. No es el restaurante más bonito del mundo, pero tiene el encanto de la genuinidad, el regusto de lo antiguo, de las raíces de un pueblo.
Menú para del homenaje:
Caballa marinada: Muy rica, acompañada de los aceites, el all-i-oli, las sales y esos panes tan ricos de horno, horno.
Jamón ibérico: nada más... ni nada menos. Buen jamón que siempre es una buena forma de empezar una comida.
Anchoas caseras: de buen calibre y sin más protagonista que el producto. Puro sabor y pura delicia para los amantes de las anchoas.
Croquetas de bacalao, o el plato por el que me enamoré del Pepico hace ya algún tiempo. Tal vez porque me recuerden a las que hacía mi abuela, tal vez porque son realmente tan buenas como a mí me lo parecen.
Calamar salteado con ajitos y habas: perfecto el punto del calamar y las habitas baby, con los ajos tiernos y ese punto exacto de pimentón.
Llegó el pescado: lubina salvaje con verduritas y, de nuevo, respeto total por el buen producto y los sabores puros y bien definidos.
Fideuà de verduras con jamón... Interesante plato que ya he probado un par de veces y que me ha gustado mucho. Curioso el sabor que coge el fideo fino de la grasita del jamón y las verduras.
Arroz meloso de mar. Los arroces de Ca Pepico son famosos y este es uno de mis favoritos. Bravo por Ana en la cocina, que siempre logra que cada plato tenga un toque personal, pese a ser las recetas de toda la vida.
De postre degustación de quesos (Picón de Tresviso, Finca Pascualeta, Cantagrulla y Freixneda) A cada cual mejor.
Otro gran punto que tiene este restaurante es su bodega: original, dinámica y, ante todo, sorprendete. Pepe cuida cada una de sus elecciones, sabe perfectamente qué casa con qué y sabe cómo hacerte sentir como un ignorante cuando hablas con él sobre vinos. Y es que Pepe es una enciclopedia andante que oculta tras esa humildad. Bebimos: Fino La Bota (creo que la 27) Champagne Infloresecence, Henri Germain Merseult Chevalières 2009, El Rocallís 2007, Clos Erasmus 1999, Josmeyer Grand Cru Hengst Riesling 2001 para los postres. No está mal para cinco personas.
Un comida de la que todos guardaremos un grato recuerdo.
El precio sin vinos 40€.