Fuego y Vino

Situado en Chueca, en un local amplio. Consta de una barra a la entrada y tres mesas (dos de ellas altas) y detrás un comedor más grande donde está la cocina vista, o al menos la parte de parrilla. Se perciben grandes llamaradas que dan espectáculo.

Como comentan los compañeros, cocina basada en las brasas: sobre todo verduras y carnes, con algún pescado. Nos quedamos con ganas de probar el rodaballo a las brasas, pero era mucho para solo dos personas.

Lo que pedimos:

- Torreznos, infaltables. Cortado finamente, no se hace pesado y es una ración que aunque parece pequeña da mucho de sí. Riquísimos, con saborazo. 10 €.

- Espinacas a la llama con vinagreta de bacon y huevo. Correcta ración, con dos huevos. La espinaca está deliciosa, con un ligero gusto a humo y el contraste de la vinagreta, un gran plato. 13 €

- Puerros a la brasa. Sabrosos puerros, sabor muy parecido al calçot, al estar así cocinado, con un sabor más delicado del puerro. 12 €

- Pollo Roostiq. Pechuga fileteada y acompañada con una salsa de tomate, aceituna y alcaparra. Una de las estrellas del local, parece ser, son los pollos, criados en su finca en libertad. El pollo está bueno, pero quizás es lo más soso de lo que pedimos.

 

Lamentablemente al ser solo dos no pedimos ni el rodaballo ni las chuletas, que tenían muy buena pinta. Es un sitio para ir más personas y compartir platos.

No probé las pizzas, pero tenían muy buena pinta.

En cuanto a la carta de vinos, fue una de las razones por las qué reservé. Tienen dos cartas, una basicamente de españoles con unos cuantos champagnes y borgoñas y otra centrada en grandes champagnes y borgoñas. Gran carta esta segunda, con grandísimos vinos, pero practicamente todos de tres y cuatro cifras. La carta "normal" tiene cosas interesantes a precio algo subido. Hecho en falta más vino extranjero fuera de Borgoña y Champagne.

Es una opinión muy personal mía, pero hacer una carta con vinos de 200, 500 o 1.000 euros tiene un mérito indudable, pero para mí tiene más mérito hacer una carta con vinos ricos y pagables, parece una carta pensada en epatar más que en otra cosa.

Nosotros bebimos un borgoña blanco, el delicioso básico de Henri Germain, facturado a 45 euros. Buenas copas.

El servicio pareció un poco errático al principio pero luego se fue centrando.

El total de la comida fue 103 euros, sin postre (tenían ricas opciones como la tarta de queso con muy buena pinta, o un brownie de chocolate Valrhona, pero hay que cuidarse ;) )

No es mal precio, teniendo en cuenta que casi la mitad fue vino, con un vino más asequible y compartiendo entre más de dos, se puede comer muy bien aquí por 40 euros o menos. Una comida sencilla pero franca y rica.

 

Dicho esto considero que la RCP es muy buena, pero le lastra la carta de vinos para ricos, por lo que le bajo ese apartado.

 

Para mí el problema es que salvo que reúna a más gente, me costará volver en pareja puesto que la carta es breve y no da la sensación de que vayan a rotar mucho los platos. Otra de las razones para volver sería la carta de vinos, pero por desgracia para mí hay pocos vinos pagables que me llamen la atención.

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