Ultima comida, último día de mini vacaciones y nos apetecía hacer de guiris, y que mejor sitio que la Ribera del Duero.
La mayoría de los restaurantes tienen enormes terrazas con parasoles gigantes y un ejército de camareros para servir rápido, cobrar y que pase el siguiente. La temperatura de treinta y pico grados, calor insoportable, así que decidimos no comer fuera (seremos los raros, porque la gente lo hacía). No nos convencía ninguno, todos pequeños y si climatizar. Al final del paseo, casi en el puente, está el restaurante D. Tonho, preguntamos por el aire acondicionado (la mayoría o no lo tienen o no lo enchufan) y si, en este tenían y estaba en marcha.
El local grande, muy bonito, bien decorado, mesas bien vestidas, vajilla y cubertería aceptable, camareros perfectamente ataviados (nada que ver con el resto), muy limpio y ....
Vacío, solo dos mesas contando la nuestra, algo increíble, pues el resto de locales, a pesar del terrible calor, estaban casi a tope. Al final se ocuparon un par de mesas mas.
Para que nos aclaráramos con la comida, nos trajeron una bandeja con varias de las entradas expuestas, siendo nuestra comanda la siguiente:
Ensalada mixta de atún.- Buena ensalada con todo lo que se le suele poner, calidad y frescura en los productos.
Queso Nisa.- Nos gustó, es un queso de oveja curado de consistencia semidura. Buena cantidad.
Gambas hervidas.- Completamente prescindibles, no son ni de chiringuito de tercera división, impresentables.
Albóndigas de bacalao.- Las mejores que hemos probado y con diferencia (espero que no lo lea mi madre, que ya las hace buenas), perfecto el punto de crujiente por fuera y melosas por dentro. Sirven 6 de buen tamaño.
Para beber tomamos un espumoso portugués Murganheira super reserva brut realmente delicioso, con buen servicio de llenado de copas que al principio iba bien pero después, el único camarero que había, por no hacer tantos viajes a llenar la copa, optó por llenarla casi hasta los topes y ahorrarse viajes.
Una botella de agua, pan y aceite completaron la comida.
Ni postre ni café, el avión salía en nada e íbamos apurados.
De toda la ribera es de lo mejorcito, se diferencia mucho del resto y vale la pena ir.
Estoy viendo la nota, y pone hasta el capital social de la empresa de restauración (74.819,70 €, no está mal).
Fin de nuestro periplo portugués.
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