Una pequeña decepción

Precioso restaurante en las laderas que se asoman a Bilbao.
Con una extensisima carta de vinos dedicada casi en exclusiva a los tintos de Rioja y Ribera y también champagnes. Imperdonable en una carta con más de un centenar de referencias la ausencia casi absoluta de zonas como Somontano. Nos ofrecieron una copa tanto para tintos como blancos.
No hay carta que uno pueda leer, los platos te los dicen de viva voz y así no sabes el precio.
La comida y el trato excelente, pero creo que es obligatoria la exhibición de los precios y ahí no cumplen.
Soy de los que opinan que en un restaurante de cocina creativa se paga por el producto y por la preparación, considero que en un restaurante de cocina tradicional el precio del producto no debe ser tan exagerado.

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