La sensación "in crescendo"

Puede que en ocasiones un cúmulo de circunstancias provoque en las personas una desazón injusta. Creo que eso nos ocurrió en Tula el pasado Sábado noche:

Era la tercera vez que teníamos reserva ya que las dos anteriores tuvieron que ser  aplazadas por motivos ajenos. Si a esto le sumamos que varios de nuestros amigos y aficionados a la cocina nos lo habían recomendado por activa y por pasiva, el resultado son unas altas expectativas, quizá demasiado.

Pero esta vez sí, se nos presentó una noche preciosa de verano y todo dispuesto en Tula.

Se trata de un local muy pequeño, con apenas cinco o seis mesas, perfectamente preparado para lo que se pretende: Un servicio íntimo y delicado. Al llegar se nos hace entrega de dos cartas, la de vino y el menú. Ambas destacan por su escasez (cosa que siempre agradezco, sobretodo en el menú: Mejor 10 platos muy bien hechos y en constante renovación que veinte continuas pretensiones). Al dejarnos el menú se nos dictan también tres platos fuera de carta y nos indican si queremos beber alguna cosa. Pedimos una caña y un tercio y, desgraciadamente, solo tenían una referencia y no  demasiado buena, una pena. Con todo, escogimos los siguientes bocados:

. Croquetas de sobrasada de Jávea: Nos las habían recomendado pero... ese día no salieron bien para nuestro gusto. Buenas, sí; excepcionales, no. La textura interior muy bien ligada, suave y sabrosa, el exterior no demasiado crujiente. Una propuesta curiosa, sin alardes.

. Mollete crujiente de pelota de puchero: Un bocado peculiar, que se come con las manos y en un par de mordiscos, con un sabor fuerte en su interior, rebajado por su composición. Muy bueno.

. Tacó de hoja de hoja de shisho con panceta, anguila ahumada y misonesa: Buenísimo y muy original. La base del taco es la propia hoja, untada en misonesa y sobre la que reposan la panceta y la anguila ahumada. Se trata de una combinación perfecta entre ambos elementos con un sabor ahumado final excelente. El mejor que de los enumerados sin  duda.

. Pluma ibérica con bordalesa de salazones, parmentier de su papada y encurtidos: Plato de nivel culinario por la preparación perfecta de la carne y la unión de sus ingredientes. La carne al punto perfecto, muy sabrosa y de gran calidad que, para quien la adora es un regalo. Los encurtidos suavizan y contraen el sabor intenso de la pieza y el parmentier. Muy bueno.

. Chocolate en diferentes texturas: Para rematar una buena cena se nos ofrece fuera de carta un bizcocho de chocolate sobre el que descansa una bola de helado de chocolate con pepitas y una mouse del mismo ingrediente. A nadie le amarga un dulce.

Para acompañar los platos escogimos el tinto UNO, de Rafael Cambra a base de Monastrell, una buena elección como vimos a posteriori. Finalmente pedimos un café y con ello cerramos nuestra cuenta en el restaurante del que salimos con una sensación agridulce: Bien es cierto que hay mucho nivel en su cocina pero quizá pecamos de pretender más de lo que se nos ofreció . Si bien es cierto que la sensación fue de ir “in crescendo” , puede que debamos volver pronto a ratificar lo que augurábamos. 

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