Me habían hablado mucho y muy bien de este establecimiento. Teníamos que realizar unas gestiones en Altea, se presentó la ocasión y decidimos visitarlo sin dudar. Sorprenden las dimensiones del restaurante. Esperaba un local más grande, dada la repercusión que tiene en la zona. Se trata de un bajo frente al paseo marítimo con barra pequeñita en la entrada a la derecha y apenas 7 u 8 mesas de 2/4 comensales. La decoración mezcla elementos rústicos (madera, ladrillo “caravista”…) con otros típicos de taberna porteña (mesas/tonel). Agradable. La terraza con mobiliario funcional, sin ningún encanto.
Carta de marcado corte mediterráneo con propuestas de tapas y platos (realmente pocos éstos, más numerosas las primeras). Pescados, carnes y mariscos configuran una oferta variada, aunque nosotros llegamos con la idea clara de comer algo de marisco fresco (no mucho, hay que seguir trabajando).
- Zamburiñas gallegas (4): Destacable la frescura de las mismas con un sabor delicado a la vez que potente. Cantidad justa del majado que acompaña (ajo, acetite y perejil), a diferencia del plato siguiente. Un gran comienzo.
- Navajas a la plancha (4): De pequeño calibre y “bañadas” en exceso con la “picadeta” tal como comentaba en el plato anterior. Aun así, ricas.
- Calamar a la plancha: Se presenta pelado y con el corte marcado en anillas para que el comensal acabe de cortárselo. Buen tamaño, gran frescura y buen punto.
- Gamba de Dénia a la plancha (4): La plancha a penas se la enseñan, cosa muy aconsejable en el marisco fresco de calidad. Calibre mediano y buena RCP (12 € las 4, a 90 €/kg). Un placer.
- Morrillo de atún: 4 rodajas medianas al centro de la mesa también para compartir. No me gusta el corte usado: lonchas finas. El atún llega íntegramente cocinado, no pasado, gracias a dios, pero yo soy más del estilo “tataki” (marcado por fuera, crudo por dentro). Original la guarnición de espinacas fritas.
- Tarta de manzana: Llega a la mesa con un punto de temperatura que, según mi gusto muy particular, no requería. No soy de postres calientes. La tarta, a pesar de ello, está muy rica.
Completan la cuenta final 2 cañas iniciales, pan i allioli que no se cobra (plas, plas), el vino y dos cafés. Hemos tomado albariño Mar de Frades. La carta no es muy extensa: 3 o 4 espumosos, unas diez referencias de vinos blancos, un par de rosados y otra decena de vinos tintos. Servicio mejorable (copas, nº de ofertas…).
El servicio en sala muy profesional y atento. Cordial y voluntarioso desde nuestra llegada hasta la despedida.
Producto por lo que veo de toda la vida salvo el atún por lo que veo.
Una pregunta Toni ¿el albariño también por esa zona tiene tirón?
Un saludo
Gabriel
No estaba muy hecho. El problema es que a mi ya me gusta prácticamente crudo.
Mucho. Casa perfectamente con la oferta multitudinaria de tapas y arroces marineros. Rueda y Albariño prácticamente en todas las cartas. Pocos blancos catalanes, riojas... por ejemplo.
Cierto. Por eso digo que en el primer caso era la cantidad justa, pero en las navajas demasiado abundante.
Nos vemos en "ná", gran jefe!
¿Ni godellos, ni riojas con madera, ni catalanes tan especiales ellos(no hablo de cavas)?
Es que para mi, con todos los respetos, los albariños no me agradan mucho y crei que estaban de moda por aqui.
Pues es un precio razonable si el calibre era bueno
El morrillo de atun al horno... y lo flipais, que si es bueno va a tener grasa, y queda superjugoso....Es otra forma de tomarlo que no es ni oriental, ni una simple plancha..
De eso me quedo con la gamba roja... esa si que esta buena
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