En la década de los 90 fue el primer vino chileno en romper la barrera de los USD$50. Hoy ya ronda los USD$300. Recientemente probamos en una vertical sus 16 añadas completas del 95 al 2010. Con sus altos y bajos, -como pasa en otros grandes vinos-, por cambios en la composición de sus mezclas y distintas manos enológicas, Seña siempre ha sabido mantenerse firme desafiando al paso del tiempo. El 95 no deja de convencer, incluso está mejor que cosechas más jóvenes. El hilo conductor en Seña es una fruta nítida con una elegante concentración y esto se refleja de manera excelente en este 2010, el más complejo desde mi punto de vista. Resaltaría especialmente sus taninos concentrados y a la vez pulidos que mantienen un sabroso equilibrio con su acidez. Un vino que seguramente se mantendrá muy apetecible hasta 15 años más.