Los vinos de Alejandro Fernández siguen la premisa de hacerse siempre a su gusto, vinos longevos, que aguanten y evolucionen con el paso del tiempo. Éste vino es una clara muestra de ello. Y sobresaliente.
En cata ciega:
De apariencia turbio, color "castaña" evolucionado, capa media alta, ribete teja con algo de precipitado.
Nada más asomar la nariz a la copa enamora. Interesante, complejo, predominan aromas terciarios, mucho cacao pero también asoma la fruta roja, balsámicos, especias, ligeros toques animales...
En boca es un vino fino, elegante, de trago largo, conbuena acidez, con recuerdos de fruta roja en posgusto, buena tanicidad aún, final ligeramente amargo que lo hace muy atractivo. un vinazo vivo, y por muchos años.
Nota de etiqueta: embotellado en 1984