Dorado verdoso, limpio y brillante.
Lima, níspero, piel de melocotón, uva blanca, fósforo, una cierta cremosidad, algo de yodo... Tres días lleva la botella abierta y en esta fase se ha mantenido absolutamente estable.
En boca nos encontramos con un vino amable y redondo; espero que nadie se tome a mal este comentario: no hay aristas, la madera (que se nota) y el alcohol están perfectamente integrados, la acidez es notable y todo fluye. El paso es frutal e invita a seguir bebiendo. Ancho y largo a partes iguales, textura aterciopelada.
Final perfumado.
Un albariño varietal y muy bien hecho.
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