Una obra de arte

Podría poner muchas apreciaciones en este vino, pero me quedo con el sentimiento, la pureza, la elegancia, la tradición que te transmite.

Disfrutar de este vino es un momento religioso, místico. Ya con ese oro viejo, pero muy luminoso, te gana el corazón. Pero es con su nariz y su boca se lleva tu alma: madera perfectamente integrada, fruta de hueso muy sabrosa y madura, flores, cáscara de cítricos escarchada, manzana al horno, cardamomo, tomillo, sotobosque suave, balsámicos y un toque salino, mantequilla, ahumados, una buena acidez... Lástima que se acabara la botella, porque le habríamos sacado más punta.

Pero lo cierto es que ya le sacamos lo que queríamos: un inmenso placer.

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