Una estrella muy firme

Albora reciente estrellado madrileño es uno de nuestros restaurantes favoritos en la capital. Diversas razones lo provocan: su sala capitaneada por Jorge Dávila, la bodega que gestiona Jose María Marrón y en la cocina David García que avanza paso a paso hacia una línea de mayor autoría y menos clasicismo. En definitiva, otro restaurante estrellad, sólido y que sigue avanzando.

Ese equilibrio culinario mencionado viene representando por platos como los chipirones con confitura de cebolla y la paletilla de cordero lechal con otros como el bogavante asado con crema cuajada de su coral y matices de café y cardamomo, ó la ventresca con caldo de pescado de roca y naranja confitada.

En esta última visita, la cocina brilla desde un enfoque de mayor minimalismo con pocos ingredientes y la utilización de productos de temporada de verano. La mayoría de los platos se anclan en tres claves: producto, tratamiento y fondo que me hacen recordar la cocina de Josean Martinez Alija pero sin la existencia de ese enfoque vegetal. En esa línea de tres columnas vertebrales encontramos un suave foie gras de pato asado con un yodado caldo de anguila ó la sensacional ventresca de bonito con consomé de salmonete.

Comenzamos con el bonito del Cantábrico marinado y jugo de cebolla de Zalla. Dados de los lomos repletos de jugosidad y de textura muy agradable, casi melosa siendo aparentemente crudos. David sabe manejar muy bien este pescado. La fuerza dulce del fondo redondea un gran aperitivo.
Seguimos con el bogavante asado, crema cuajada de su coral y pequeños matices de café y cardamomo. En este caso el fondo es una crema cuajada más suave desde el punto de vista sápido. Posiblemente el plato menos directo y de mayores matices.

Algunos productos como unos buenos chipirones de potera solo necesitan de un adecuado punto. En este caso se saltean de forma muy ligera y se les acompaña con una confitura de cebolla de Zalla. El producto y la sensatez dan lugar al placer.

¡Qué decir de las cocochas de merluza con caldo de chipirones! Puro hedonismo que resulta de juntar una joya gastronómica como las cocochas con otra preciosidad de mayor elaboración. Un fondo que por sí solo merece la visita y apabulla ligeramente a esas glándulas marinas. Tiempo y generosidad en el caldo que ayudan a cerrar los ojos y disfrutar.

El tratamiento del foie es sencillamente sublime en el foie gras de pato asado y caldo yodado de anguila. Resulta casi ligero, tremendamente desgrasado, pero manteniendo su textura untuosa. La potencia yodada de la anguila le aporta un toque salino de gran finura. Sobresaliente.

En a modo de purrusalda de bacalao se presentan unas láminas de bacalao en forma de cilindro sobre un fondo del mismo pescado. Se rellena con una crema de puerro y patata y un guiso del pescado. Una forma moderna en estética y texturas de interpretar un plato tan cantábrico como una purrusalda. De sabor fino y evidente. Para repetir.

Rindiendo culto al Mar Cantábrico, la ventresca de bonito, consomé de pescado de roca, y kumquat confitada. Perfecta de corte y punto con un fondo potenciador a más no poder. Se remata con un matiz ácido de esa naranja. Gran plato.

Menor foco en el apartado de carnes con propuestas más bien clásicas donde ya no aparecen esos fondos de lujo. Comenzamos con un lomo bajo de vaca asada, ajo negro y melón caramelizado. Buena carne. Resalta la fruta por su textura crocante y por contrarrestar el plato con su frescor. Lo haría más si la carne tuviera un punto más de contenido graso.

Jorge Dávila nos añade al menú la paletilla de cordero lechal, ajos confitados y berenjena asada. Acertado el punto de la paletilla y ese matiz a humo que proporciona la berenjena a través de una crema. Notable.

En los postres, David cambia ese reduccionismo desde el punto de vista del número de componentes de cada plato y nos encontramos por ejemplo con el café esponjoso, praliné de almendra, granizado de té y helado de romero. Combinación de texturas y temperaturas, pero más difuso en cuanto a gusto.

Me resulta más acertado el pomelo gratinado, helado de melocotón, azafrán y muselina de lima kaffir. Una disrupción radical por el fuerte amargor del pomelo y la acidez de la lima que seguro no provoca indiferencia y es una especie de grito final transmitiendo el cierre del menú.

David García maneja con maestría la trilogía producto, tratamiento y fondo para armar degustaciones de elevada suculencia. Mayor amplitud y foco en pescados, fiel reflejo del origen vasco del cocinero, que reciben un trato de altísimo nivel. Composiciones a la vista sencillas que llevan por detrás precisión y horas de mise en place.

Álbora: Un estrella muy en firme. Para ver el post completo http://www.complicidadgastronomica.es/?p=5197

  1. #1

    EuSaenz

    Esta gente no falla…¿qué bebiste, Champagne o a copas?

    Saludos,
    Eugenio.

  2. #2

    Isaac Agüero

    en respuesta a EuSaenz
    Ver mensaje de EuSaenz

    Tomamos un borgogna, cuyo nombre no recuerdo.

  3. #3

    Cervino5

    Todos tenemos un mal día, me refiero a mi, pero no recuerdo para nada mi experiencia en ALBORA con lo que veo en tu comentario, y en el de otros, todo sea dicho de paso. Habrá que darle una segunda vuelta.
    Gracias

  4. #4

    Isaac Agüero

    en respuesta a Cervino5
    Ver mensaje de Cervino5

    Hola, te puedo decir que he ido unas cuantas veces (no menos de 6), y todas ellas satisfactorias. La última especialmente con el producto de verano.

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