Cerveceria ubicada dentro del complejo de la antigua fabrica Moritz, restaurada recientemente por el arquitecto Nouvel. Espacio espectacular, su sola visita ya vale la pena para darse un garbeo. Proximamente abrirán un restaurante bajo la dirección de Jordi Vila del Alkimia. La cerveceria tambien esta bajo su supervisión.
Al no reservar mesa se forman unas espectaculares colas en la entrada. Lo mejor, ir bien temprano.
Me sorprendió la carta, multitud de referencias en cinco páginas. Pienso que eso es un error, sobre todo de inicio, cuando la maquinaria no esta bien engrasada.
Mesas sin vestir (es un cerveceria), coperio, vajilla y cubiertos de
batalla.
Comi unas bravas que ni fu ni fa.
Unas buenas croquetas de jamón, jugosas y con tropezones.
Ensaladilla sin demasiado sabor a nada.
Y un mini frankfurt, mejorable, acompañado de cebolla crujiente (como esa que venden en el Ikea) y pepinillos.
Para beber un par de cañas.
Servicio sobrepasado. Llegó antes la comida que la bebida. Y para la cuenta... ya no os cuento.
En fin, veremos com peta la cosa...
Se han gastado mucha pasta en el engendro, es de admirar en estos tiempos de crisis, ademas dan de trabajo a un montón de personas, pero a veces con solo buena voluntad no se va a ninguna parte.
Volveré mas adelante.
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