Local con encanto

Antiguo corral reconvertido en restaurante de cocina tradicional con toques de autor basada en los excelentes productos de la sierra onubense. Decoración rústica y confortable. Dispone de una docena de mesas algo juntas. Mantelería, vajilla, cubertería, cristalería,... correctas. Servicio compuesto por una única persona, sumamente atenta y agradable. Sólo disponían de un pescado el día de nuestra visita. Carta algo justa. Buena carta de vinos con algunas referencias interesantes, aunque la crisis se ha notado en el número y el precio de los vinos disponibles.

Almuerzo a base de un revuelto de morcilla con langostinos (sabroso y sorprendente), un carpaccio de presa, foie y vinagre del Condado (insípido) y un gazpacho (algo pesado para mi gusto) para refrescarnos. Como plato principal, salteado de judías verdes (el único plato disponible fuera de carta), presa ibérica (muy buena) y unas mini hamburguesas muy especiadas realmente deliciosas. Acabamos con unos brownies de tres chocolates (muy flojos) y una poleá (deliciosa).

Una botella de Dehesa del Carrizal Syrah 2003 (18,50€), un par de aguas, un refresco, un café y 4 aperitivos/pan a 1,50€ por cabeza (de esos que te cobran sin pedirlos).

Vale la pena sufrir la revirada carretera de acceso para disfrutar de una cocina serrana de calidad y elaborada con cariño. Es recomendable dejar el coche aparcado a la entrada del pueblo e ir andando hasta el local, ya que mi GPS no me avisó de que está en una calle sin salida. Local para fumadores. Conviene reservar.

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