Mantiene la misma calidad desde hace muchos años

Cuando era pequeño, paraba con mis padres, y cuando mi madre era pequeña también lo hacía con los suyos. Hasta hace poco, el local mantenía la misma decoración. Hará unos tres o cuatro años que lo han reformado, y ya ha abandonado ese estilo de restaurante de carretera.
La comida sigue como siempre; alimentos de temporada preparados de forma tradicional. Estupenda la menestra, los espárragos y las alcachofas, y durante el corto tiempo que duran, sublimes los guisantes estofados y los cangrejos de río. Riquísimas las croquetas, frescos los pescados y excelsos los chuletones. De postre torrija, arroz con leche y un flan del que presumen, por no tener ningún agujero. He visto a mi padre comerse dos o tres, aunque de eso han pasado años, de hecho ya no toma ninguno por miedo al colesterol. La carta de vinos está actualizada, y podemos observar algún guiño hacia marcas modernas. El otro día vi como preparaban unos estupendos gin tonics. Los tiempos cambian.
Jesús y su hermano, que ya estarán cerca de la cincuentena, eran expertos en juegos malabares y conseguían que no se les cayese ninguna botella de las manos, ante la expectación y el asombro de los comensales. Ya no se atreven con ello, pero sin embargo han logrado algo más difícil, que su restaurante sea uno de los mejores donde comer en carretera en nuestro país.

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