No habíamo podido visitar San Vicente de la barquera ni ir a las Redes en la semana que estuvimos en Cantabria, y era una espinita que se nos había quedado clavada. Así que aprovechamos la semana posterior en Asturias para hacer una escapada, ya que tampoco nos quedaba excesivamente lejos. San Vicente es un bonito pueblo que bien merece la visita, y Las Redes es uno de esos santuarios del producto marino de los que hay unos pocos por esas costas del Cantábrico.
El local tiene una amplia terraza en una concurrida calle de San Vicente. El interior, moderno, está muy bien decorado con motivos marinos. Mantelería y vajilla de calidad. Buen servicio, simpático, eficaz, amable y atento.
Decidimos tomar unos entrantes y un plato de pescado cada uno. Como entrantes pedimos:
- Ostras: 6 ostras frescas, fresquísimas de San Vicente. Unas gotitas de limón y a disfrutar de ese sabor intenso a mar que nos encanta. Por cierto, a partir el plato entre 3 ya que Marta lleva comiendo ostras desde que tenía 4 años y no perdona. La peque las probó y no hizo mala cara. Nos saldrán caras de criar! ;-) A la próxima!
- Ventresca de bonito con cebolla caramelizada y pimiento del piquillo: rico, aunque se podría mejorar la presentación del plato y para mi gusto al pimiento le hubiera ido bien una pasadita por la plancha.
- Salpicón de marisco: sabroso salpicón con una vinagreta diría que con limón en vez de vinagre. De la salsa no quedó ni gota, lo cual es representativo. Muy bueno.
- Rabas de calamar: al nivel de todo lo anterior, o sea, gran producto con una excelente fritura.
Como platos cayeron:
-Rodaballo: una excelente pieza de 1'1 kg a compartir entre Rosa y yo. Un pedazo de bicho fresco, terso, y al punto exacto de cocción, acompañado de un puré de patata con pesto y col lombarda salteada. Lo presentan en una bandeja al centro de la mesa, cortado en 6 trozos para que los comensales lo repartan como requieran sus estómagos. Un disfrute total, no soy un experto en rodaballos, que ya me gustaría, pero para mí el mejor hasta la fecha.
- Bonito: una buena ración de bonito que compartieron las peques. Lo pude probar y estaba muy bueno también, al punto y sabroso, y con el mismo acompañamiento del rodaballo.
Y de postre tomamos:
- Tarta de queso: fue mi postre. La camarera me dijo que era muy buena y no dudé en pedirla. La mejor tarta de queso que he probado nunca, y las he probado muy buenas. Buena base de galleta, gratinada por encima y cremosa en el interior, un disfrute total!
- Piña y mojito: piña a la plancha y sorbete de mojito. No lo probé porque ya estaba al límite, pero según Rosa estaba muy buena la combinación.
- Explosión de chocolate: lo que viene siendo un coulant de chocolate sobre crema pastelera. Lo pidió Marta y aunque le costó, no dejó ni rastro. Dijo que estaba muy rico.
Para beber pedimos una botella de Finca O Pereiro 2015, un excelente albariño que tiene aún mucho recorrido por hacer, pero que ya se puede beber perfectamente. Copas de nivel y carta de vinos cojonuda: extensa y con muchísimas referencias muy interesantes. Precios muy comedidos. Agua y refrescos para las peques y un buen par de cortados para acabar (hacen muy buen café en Cantabria en general o me lo parece?). Panes individuales buenísimos. Nos sacaron primero de un tipo y después de otro diferente, acabados de hacer, crujientes y muy muy ricos.
Pagamos por todo 196'68 €, que me parece un buen precio por lo comido y bebido, dada la calidad de la materia con que trabajan, El precio por persona que pongo es aproximado ya que no sabría como dividir la cuenta esta vez. Respecto a la puntuación, para mí la comida es de 9, pero como al servicio de vino le pondría un 8 pues ya queda compensado.
En resumen, un gran restaurante donde ir a darse un buen homenaje de productos del mar. Me quedé con las ganas de zamparme una mariscada, pero otra vez será ;-)