Mañana lluviosa en Cantabria y tras pasar por Santoña para repostar anchoas paramos en Somo a tomar un par de cervezas y después comer en este restaurante. El local está bien, es luminoso y con una terraza cubierta, mesas y sillas correctas, sin mucha separación entre mesas y algo ruidoso. Un local agradable aunque demasiado “playero” para los precios en los que nos movemos.
La oferta en cocina resulta amplia y toca varios frentes, con especial incidencia en los productos del mar. Hay un apartado de ensaladas, otro de entrantes, otro de pescados, otro de arroces y uno último de mariscos. Algo hay igualmente para los carniceros. Comenzamos con unos mejillones a la marinera (13€), ración abundante pero muy espartana en la presentación, mejillones sin cáscara y salsa demasiado sustanciosa. Correctos sin más. Mi mujer pidió una nécora cocida (5,4€). Solo la hacen a la plancha y si bien hubo que pedirla cocida ex profeso al final no hubo problemas. Me dijo que bien, pero no excepcional. Luego pedimos una de las especialidades, el changurro (17€). De nuevo una enorme ración y muy buena, abundante en carne de centollo bien desmenuzada y con mucha zanahoria que aportaba jugosidad. El mejor plato salado de la sesión. Para el segundo pedimos un pescado del día para los dos y nos trajeron un rodaballo de 1,45 kg. a la brasa (54€, a 36 el kg). Bien trinchado y en su punto de plancha aunque quizá un pelín seco. De nuevo una presentación muy sencilla, con el pescado entero en un plato y sin ningún acompañamiento. Pescado fresco y sabroso pero…sin emocionar. Curiosamente lo mejor fueron los postres y en especial el soberbio tiramisú (4€), cremoso, ligero, fresco y realmente delicioso, sin duda uno de los mejores que hemos probado. También muy buena la mousse de crema de orujo (4€), pero no tanto como ese excelente tiramisú.
Cocina como vemos de producto puro y duro, pescados y mariscos de nivel y correctamente tratados, raciones abundantes y presentaciones espartanas. Digamos que nada que no ofrezcan muchos otros restaurantes en la provincia, pero a precios mucho más aquilatados que aquí.
En cuanto a la carta de vinos lo cierto es que nos pareció correcta, bien dimensionada y con una oferta suficiente a precios bastante poco inflados. Se basa en producto nacional y con un buen apartado de espumosos entre los que hay unas cuantas referencias de Champagne. Tomamos un siempre convincente Champagne Jacques Lassaigne Les Vignes de Montgeaux (35€), un chardonnay amplio y vinoso que destaca por su transparencia. Copas correctas. Servicio de descorche y prueba.
Pues hasta aquí hay que decir que comimos y bebimos bien, no excepcional pero sí bien, producto de nivel, postres muy ricos, buen Champagne y servicio correcto, sin alardes pero sin fallos. El problema es el pecio final, en nuestro caso 140 euros. La verdad que por 70 euros por persona hay que comer y beber mejor y se debe comer y beber mejor, siendo esa la sensación final con la que nos fuimos de aquí, casi más pensando en los sitios a los que no fuimos y en los que hubiéramos comido mejor en estos precios, que en este mismo. Así pues, estamos ante un buen restaurante de producto, pero en la zona en particular y en Cantabria en general los hay igualmente muy buenos. Y a menor precio. Y por eso, no creo que volvamos.
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