Restaurante situado en una de las calles principales de Toledo, a pocos metros de la puerta de la bisagra.
Local con cierto encanto, buena disposición de mesas, mantelería y cubertería correctas; buena atención pese a que el personal de sala se limitaba a una única persona.
Funcionan a base de menú fijo,- 29 € + iva-, pudiendo elegir entre cinco primeros y otros tantos segundos y postres, más una bebida; raciones suficientes y algún plato, como el ciervo, con recargo de 2 €.
Cocina basada en la materia prima autóctona con alguna nota creativa; el ciervo no se pasaba, aunque lo cierto es que tampoco estamos en temporada de caza.
Carta de vinos excesívamente corta y centrada en vinos de la Mancha.
Lo dicho, más un Martué, cafés y copas de pacharán, 40 €, iva incl.
El café muy malo.
No se come mal, pero tampoco destaca.