Restaurante decorado sobriamente, pero elegante con parte de cocina vista. Lo peor de este, es estar dentro de un trade center, o sea un centro de oficinas; y no tener parking propio.
El servicio es esmerado, atento, tal vez un poco lento pero correcto.
La carta de vinos, no es muy estensa, aunque correcta; nosotros bebimos un Torres Mas la Plana,(es de los vinos más aprecio), como siempre perfecto.
Hicimos una degustación de makis, y de especialidades recomendadas por el maitre, se llama Jordi, aun ser japones... Yakisova con verduritas y gamba de Palamós, una delicia.
Solomillo de Kobe en tepanyaki, y mariscada japonesa.
Todo estaba presentado con mucho gusto y belleza, es una cocina japonesa de calidad con toques mediterraneos.
Yo no soy amante de los japoneses, pero me encantó todo.
Tal vez me esperaba más del solomillo de Kobe, al ser tan caro, y gozar de tanta fama... Puedo decir que he comido solomillo gallego, sino igual, mejor. Y es muchisimo más barato.
Los postres eran suyos, originales; pero no me acabaron de gustar eran como una especie de panellets de arroz japoneses rellenos, de chocolate, crema, etc., muy bien presentados, pero eran muy pesados de comer.
La conclusión, es que es un resaturante que nos ha sorprendido por su gran calidad, y buen servicio; reitero que deben mejorar la rapidez en servicio, pues estuvimos dos horas y media para comer.
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