Una vez más y sin ser de mi agrado, nos reunimos en este restaurante, la decoración minimalista y aunque parezca raro un tanto cálida, el detalle de el velo entre las mesas da mucha intimidad, para empezar o mejor dicho mal empezar tengo que recalcar la falta de atención , la mala imagen y presentación de los camareros ,sin mencionar su falta de profesionalidad, una vez entrar nos abandonaron en la mesa por mas de 20 minutos, después de levantar las manos un par de veces y hacer algunas carantoñas, llamamos la atención de la sumellier quien al momento nos ofreció unos aperitivos un tanto particulares; chicharrones cubiertos de miel, boniato frito, aceitunas y unos bastoncillos crujientes, la verdad tampoco llegamos a saborearlos por que a los tres minutos de haberlos servidos pasa el camarero y se los lleva sin ni siquiera preguntar, bueno no nos perdimos de nada. La carta en si misma daba vergüenza ;solo con ver como las hojas foto copiadas se te escurrían, aparte de estar sucias, el menú degustacion no nos llamo la atención y preferimos la carta la cual tampoco tenia de donde escoger, el camarero seguía metiendo un poco la pata al traernos el pan y servirlo sobre los huesos de las aceitunas del aperitivo. una vez mas insisto en la importancia que tiene el que te expliquen los platos....o seré yo que no entiendo.....mi memoria y gusto se quedo con el pulpo en una cama de verduritas y patatas que estaba muy bien y con la carrillada supuestamente famosa recomendada por la sumellier. la carta de vinos bien aunque se les acabaran algunos, la espera entre plato y plato eterna, el servicio del vino no fue el adecuado, faltaba coordinacion y una vez mas me pareció caro para la calidad de la comida, para la atención y el renombre que tiene el lugar. Si no hubiera sido por el trato cálido, dicharachero y agradable de la sumellier nos hubiéramos ido pero corriendo.