Inmaculado santuario de la gastronomia en nuestra ciudad.

Acudimos a comer al Riff, con altas expectativas, después de repasar las históricas opiniones del foro. Se llama al timbre y acompañado de una solemnidad embriagadora y tras cruzar un túnel de paz y calma, acabas desembocando en un salón pulcro y acogedor. Buena disposición de las mesas. De la comida? Pues lo cierto es que abrumadora su elegancia y estilo. Optamos por un menú confeccionado por nosotros mismos. Tienes una serie de platos y tu orquestas como quieres la presentación. Tomamos para comenzar un aperitivo (obsequio de la casa); 4 platos cada uno; un queso para compartir; Riesling muy original; dos postres con su correspondiente vino botritizado alemán y dos tés.Todo delicioso. Increibles texturas, maravillosos puntos de cocción y magnifica la materia prima. La experiencia inolvidable y sin duda para repetir. Altisimo nivel exhibido en este restaurante. 80 € pax.

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