Menú Peque, más que peque

Atraidos por el menú Peque de medio dia entre semana a 30€ + 16€ de maridaje, consistente en 4 copas de vinos, fuimos para disfrutar la cocina de Bernard a buen precio. Tres para comer.

Local que mantiene una buena elegancia y servicio, incluso más cercano y amable que en otras ocasiones. Pocas mesas ocupadas porque quizás hay muchas ofertas y pocos clientes (¿burbuja gastronómica?).

De entrada unos snacks interesantes:
Crujiente de arroz con algas: correcto aunque más intensidad de algas le iría bien.
Cortezas de cerdo caramelizadas: sabrosas, amplia ración para snack.
Rosquilletas de sésamo: cumple.
Coca valenciana de sardina servida de forma individual y a la mano para comer de un bocado (o dos): extraordinaria.
Tocino 100% ibérico con pan y hierbas: bien, lámina nada destacable pero bien de sabor auqneu es mérito de la materia prima.
"Bloody Mary": versión interesante, decolorada, muy agradable con su punto picante y que permite cambio de ritmo.

Vamos con las tapas:
Huevo miel y albaricoque: complejo de integrar pero con buen resultado final.
Sopa de melon y menta: bien conseguida, pero un poco falta de fuerza, demasiado light. Quizás para dias de más calor.
Mojama casera: buen producto.

Platos:
Tartar de bonito con algas maridado con Bayanus rosado 2009. Un cava correcto para acompañar un buen tartar con una ración correcta para el precio del menú, pero como dice Chicote: "para comerse un pozal". Muy intenso de sabor a mar por las algas que acompañan
Pescadilla con chucrut fresco que se maridó con Frisach selección 2012 de la Terra Alta, una garnacha blanca muy suave en boca. Muy destacable la pescadilla, curioso y agradable el chucrut fresco y buen complemento del vino.
Arroz de queso manchego ahumado y rúcula con Habitat 2012 ecológico de Cataluña, un buen vino, que merecía una copa algo más generosa. El arroz quedaba meloso por el queso con sensación de risotto; la rúcula lleva sal directa encima quizás un punto de más.

Para el postre:
Brevas laminadas en licor de grosellas con un Moscatel Melante 2008 de la desconocida pero interesante pequeña DO Valle de Sadacia en su punto de dulce, muy fino y alejado de los amielados de hace unos años.
Selva negra servido en pequeños vasos, bien sin saturar; y frutos secos garrapiñados para picotear con el café.

No incluidos los cafés como las cervezas de entrada. Tampoco incluido el regalo para casa (de un pan casero de forma de bizcocho) que habiamos tomado durante la comda que estaba extraordinario. El otro pan con semillas bien. El aceite en antiguo servicio de aceitera no permitió saber su origen.

Sensación buena final de una cocina, como siempre, muy interesante, con u menú menos peque de lo que dice su título y que es una gran oportunidad si no conoces este restaurante.