Hace años fui a Zalacaín y me pareció que tenía una cocina clásica. Unos cuantos años después he vuelto y sigue igual sólo que ahora sus guisos resultan obsoletos, rancios, impropios de un restaurante de este nivel. Realmente una pena porque su servicio sigue siendo excelente. Empezando por esto último; da gusto que a la entrada del restaurante te tomen el paraguas y el chubasquero casi antes de decir “buenas tardes”. Te acompañan al bar de la entrada mientras esperas al resto de comensales y luego te llevan hasta la mesa donde te sientan (cojín para la espalda incluido si así lo pides). Te ofrecen un aperitivo de crema de ¿avellana? y cecina. A continuación unas frituras y luego la comida que comentaré posteriormente. La carta de vinos es completísima y merece la pena dejarse guiar por un sommelier (como mínimo hay dos). Además con los postres obsequian un vino dulce exquisito (del que no pude ver la marca). Con los cafés sirven una teula y mignardies. Por supuesto que recogen las migas antes del postres, cambian los ceniceros constantemente y no hace falta pedir vino ya que están siempre atentos a tener las copas servidas.
Lo triste es que teniendo un servicio de matricula de honor (quizás el único pero es que las mesas están muy juntas) la comida se ha quedado estancada en los 70 / 80 con unos precios del siglo XXI. Menestra de verduras (24.-euros) que no dice nada, caldosa y con verduras tiernas pero con un sabor cargado de grasa (tipo cocido) que recuerda a los peores consomés. De segundo atún a la vizcaína con cebolla caramelizada (34.-euros) con una salsa que hoy en día no sería apta ni para un menú de empresa y con una presentación y punto de cocción que te hace dudar si el atún es fresco y la salsa prefabricada ya que no tiene color ni sabor. De guarnición un hojaldre tipo “congelado Findus” que sólo se sirve en los peores caterings. En los postres más de lo mismo, todos clásicos a precios de 10 o 12 euros. En mi caso un tiramisú cargado de mascarpone que no decía nada (algunos de los del supermercado están mejor resueltos).
El vino que tomamos por recomendación del sommelier fue un Dominio de Baco 2004 realmente rico y con el que acertó nuestra petición de un Rioja moderno (pero sin pasarse). La carta de vinos muy completa, ahorro decir que está muy completa pues se nota que D. Custodio Zamarra sigue al pie del cañón.
Fui invitado pero estimo que no bajamos de 100 euros por cabeza y creo que si se esforzarán un poco en cambiar la carta estarían muy bien pagados pues el servicio es excelente. Sin embargo o hacen un esfuerzo en renovarse o se apagarán poco a poco.
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