Un restaurante muy amplio en una calle llena de buenas restaurantes,

Un restaurante muy amplio en una calle llena de buenas restaurantes, enseguida llama la atención el local luminoso y con frescos en las paredes, con varios espacios para sentirse a gusto. La carta mezcla curiosamente varias cocinas (se hace llamar cocinas del mundo), cuando luego me entero que la chef es de origen peruano, entonces entiendo ese gusto por mezclar platos orientales (japoneses sobre todo) con productos y sabores más de acá. La ensalada de setas de temporada con aceite de trufa, que compartimos, estaba un poco insípida; los medallones de lomo de atún con bouquet de pisto manchego, no terminaron de gustarme; el faisán salvaje rustido con salsa de uva, algo más jugoso. LOs postres, muy buenos, el tiramisú merece la pena, así como el carpaccio de piña, canela y helado de coco. El servicio del vino, correcto sin más: la carta es ajustada, pero con muchas DO, pedimos un Petit Caus 2003, un tinto del Penedés bueno; las copas, correctas. Sólo falla un poco el servicio, joven y no del todo profesional (comienzan rellenándote las copas y luego te abandonan; la camarera que nos atendió casi destrozó el corcho, etc.). Los precios, acorde con un sitio medio, salimos por 26 € P/p.

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