Hace dos años fuimos a este lugar de buen beber y comer y acabamos muy contentos con el servicio y la calidad. Así que me llevé a dos amigos que no habían estado.
Como imaginamos, estaba hasta las trancas, y eso que eran las nueve menos diez. Nos comentan que ne media hora más o menos tendríamos mesa, que hay muchas reservas, así que decidimos tomar unas cañas en la calle, charlando animadamente. Y cada vez llegaba más y más gente. A los 45 minutos entramos y preguntamos (con bastante buen tono) si faltaba mucho, porque se hacía tarde y ya la jambre (aunque no era mucha) ya apretaba. La camarera, que iba desbordada, nos dijo que en nada nos preparaban un sitio en la barra que había quedado vacío. Le dimos las gracias y le comentamos que se lo habíamos dicho por que si faltaba mucho íbamos a otro sitio, que se hacía tarde y ella, muy amablemente, nos sonrió y nos dijo que era normal.
Llegamos a la barra y pedimos una copa de Aranleón, una de tinto que no recuerdo y una de manzanilla pasada. Nos sacaron la carta bastante rápido, con muy buena atención. Pedimos ajo arriero, una de bravas de secano (plato grande) y atún marinado a las siete pimientas. Mientras esperábamos (que no fue poco), el camarero que teníamos delante, empezó con un pequeño circo, ya que no paraba de quejarse, de protestar a sus compañeras, de poner mala cara y con unos cuantos momentos de tensión bastante desagradables. Además, cuando le pedías algo, pasaba bastante, ya que para pedir la carta de vinos tardó un cuarto de hora y para que nos sacara otra copa de manzanilla y un par de cañas nos tocó decírselo dos veces a él y luego a su compañera, que es la que nos trajo la comida, que nos comentó que el encargado de la bebida era él. Al comentarle que se lo habíamos visto dos veces, puso una cara de poker, pero se notaba que llevaba un cabreo importante, con lo que le dijo que sirviera ya lo que le habíamos pedido.
Bueno, que el servicio ese día no fue el mejor, pero la actitud del camarero fue lamentable. El resto de sus compañeros iban desbordados, pero intentaban sacar todo el trabajo que podían con una sonrisa.
Mentiéndonos en harina, las tapas muy ricas, aunque escasas, como ya se comentado, sobre todo el atún, que lo recordaba de mayor tamaño y cantidad. EL ajo arriero tremendo, sabroso, con la potencia controlada. Lo mojamos como locos con un muy buen pan. Las patatas perfectas de cocción y sabor, con una salsa ligera tipo mahonesa y la brava picante intensa. Muy sabrosas. El atún, estaba especialmente picante. Demasiado, quitándole el sabor al pescado. Buen aceite lo bañaba, pero demasiado picante y escaso.
Los vinos servidos a buena temperatura, con copas correctas y buena cantidad y precio.
Como resumen, es un sitio para visitar, pero mejor en fechas no muy señaladas como el encuentro Verema, porque el servicio se resiente, aunque ciertas actitudes son inaceptables.