Tenía una cena de trabajo y para darle un toque más informal pensé en Casa Montaña, éramos 7 y pedí el reservado. Pierde un poco de encanto pero gana en privacidad y tranquilidad. Pedimos de todo un poco, anchoas, michirones, clochinas (estupendas), boquerones fritos, atún marinado, jamón y queso y terminamos con un par de calamares a la plancha trinchaditos, surtido de postres y nos bebimos un par de botellas de Pétalos del Bierzo (correcto de temperatura), eso junto con los vermouth, cervezas y finos del aperitivo salió por unos 35 euros por cabeza. El servicio bien, un pero únicamente a la paradiña que nos hicieron entre lo frío y lo caliente que coincidió con que terminamos la primera botella de vino por lo que nos vinos unos 10 minutos sin comida y sin bebida a mitad cena. Aunque tengo la sensación de que esperaba algo más, la verdad es que cenamos muy bien y mis invitados salieron contentos. Lástima que luego de allí casi tengas que salir corriendo en taxi porque lo que debería ser un orgullo de barrio para los valencianos me da la sensación que alguien deja (intencionadamente) que se deteriore a diario.