Restaurante con alma

No. Jo tampoco conocía a Joana de la que se habla en los comentarios del post anterior. Y, siendo sincero, sigo sin conocerla. Se pasó por nuestra mesa, eso sí, al final del servicio cuando ya sólo quedábamos dos mesas en plan tertulia para conocer nuestra opinión sobre lo comido y, como más adelante se corroborará, pudimos felicitarla. Lo que sí puedo afirmar es que empecé a conocer su cocina y creo que, ella y yo, nos entendimos bien desde el primer plato. Preparaciones cuidadosas, casi hechas con cariño, podríamos afirmar, muy finas aunque no exentas de contundencia, aprovechando los productos propios de la temporada.

Nos sentamos a la mesa en un día espléndido del mes de diciembre tras una larga ruta de más de cinco horas por la sierra de la Foradà disfrutando de la frescura de la mañana al amanecer, el sol posteriormente, las maravillosas vistas de este valle cercano al mar y la belleza de los cerezos enrojecidos antes de perder definitivamente todas sus hojas. El remate a una experiencia así tenía que ser obligatoriamente un buen ágape reconstituyente y, todo sea dicho, una buena siesta. No conocíamos el local pero me encantó desde el primer momento. En una casa antigua del bonito pueblo de Benissivá, en una calle peatonal (como la mayoría de ellas aquí), se ha habilitado el pequeño salón decorado de manera rústica (no me cabe mejor manera en este entorno) y con gusto. Para muestra los baños, aunque muy pequeños, una auténtica monada. Al acceder por la puerta se respira calidez: ligero aroma a comida, que no a cocina, que es diferente, buena temperatura, y ambiente tranquilo y respetuoso, aunque el salón está al completo e, incluso, hay algunos niños. Nos acomodan en la mesa y pedimos cervezas para calmar la sed tras el esfuerzo. Mesa vestida con mantel de tela, me gusta. Servilletas también de tela. Nos explican la propuesta de menú de temporada (es la única que hay): cuatro entrantes (después comprobamos que todos emplatados de manera individual) y un segundo a elegir entre seis propuestas: cordero, rabo de toro, rollo de carene picada, pastel de merluza, bacalao o blat picat (plato de caliente de ascendencia musulmana y que ya solo se prepara en los valles interiores de la montaña alicantina).

- Crema de brócoli con parmesano: En un plato hondo se sirve una buena cantidad de esta crema con lascas de queso. La crema resulta reconfortante y de sabor finísimo por lo cual intuyo que el brócoli está rebajado con otros vegetales ¿Calabacín? ¿Patata?

- Canelón de calabaza con crema de queso. Pequeño caneloncito, más parecido a un ravioli grande, relleno de calabaza. La pasta que lo envuelve casi se desintegra en la boca. ¿Tal vez “wantón”? La combinación del dulzor de la calabaza con la crema de queso resulta agradable y el plato en conjunto es una pequeña obra de arte.

- Croquetas de arroz con salsa de asadillo: El aspecto exterior es el de una croqueta normal, más redondeada que alargada, eso sí. Al partirla, pero, se ve claramente el arroz, todavía enterito, y el acompañamiento con verduritas. Algo similar a un tres delicias, pero salvando las distancias, claro. La salsa me recuerda en color sabor y textura a la crema anaranjada que suele acompañar a los pimientos del piquillo. Buen plato, también.

- Minxo de butifarra: El minxo es la denominación en el interior de aquello que en la parte costera llamamos cocas. La masa de éste se me antoja de maiz, disculpen mi ignorancia. La cobertura es cebolla ligeramente dulzona, no caramelizada, y un cachito de butifarra (morcilla) de sabor recio y contundente. Delicioso.

- Como segundos salieron 3 de rabo de toro al vino y dos de cordero con all-i-oli. Yo tomé rabo y me encanto la presentación: totalmente deshuesado, desmigado y emplatado junto con los champiñones en forma de timbal con la ayuda de un molde de emplatado.La salsa, cremosa y sabrosa, en el fondo. Tierno y meloso, rico rico. También probé el cordero, deshuesado, muy tierno (¿lechal?) y con el toque original del all-i-oli.

- Postre emplatado también de forma individual con tres minipostres para cada uno: pequeño flan de almendra, minitarta de manzana deconstruida y brownie de chocolate. Tres puntazos. Tres explosiones de sabor cada cual mejor.

La carta de vinos es muy corta y las copas muy corrientes. Creo que, vista la calidad de la cocina y atendiendo a la tipología de cliente que vi en sala ese día, se exige un poco más: alguna referencia más en carta de DO clásicas (últimamente todo se vuelca a lo valenciano), dos o tres vinos de una gama un poco superior (20/30 €) y unas copas un poco más grandes y finas, no necesariamente caras, para el cliente que pide vino. Encontramos, eso sí, una referencia bien interesante que últimamente estoy pidiendo siempre que la veo en carta: Les cousins de bodegas l’inconscient (Priorat).

Para acabar resaltar que todo lo expuesto, junto al servicio cercano de la chica que atiende en sala, convirtió aquello que se presumía como una buena experiencia gastro en toda una realidad y el mejor colofón a una jornada inolvidable en la Vall de Gallinera.

  1. #1

    Red19

    Estupendo y pormenorizado comentario.
    Gracias a ti, estamos descubriendo joyas en toda la región.
    Un cordial saludo.

  2. #2

    Antoni_Alicante

    en respuesta a Red19
    Ver mensaje de Red19

    "Gracias a ti..." es uno de los piropos más agradables que puede uno oir. Gracias a ti.

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