Para momentos informales

Local con largos años de historia, concretamente desde 1957 y actualmente dirigido por la tercera generación, posiblemente sin o con pocas reformas desde sus inicios. Reconocido por sus tapas, marisco y pescado fresco. Dos espacios de mesas con la zona de barra en medio. Poco acogedor, iluminación poco cuidada pero tiene su gracia. Personal atento y precios correctos. Compartimos un pescadito frito en su punto, unos calamares romana con un buen rebozado y una tortilla con abundantes gambas muy rica. Crema y flan de postres. Vino blanco de la casa. Ideal para una comida informal, con buen producto y a buen precio.

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