Catedral de carne y hueso

Entre Salamanca y Aveiro (su playa en el Atlántico) hay una buena autovía con dos localidades que disfrutar en el camino: Ciudad Rodrigo en España y Viseu en Portugal. Siempre pienso que el camino es una parte importante del destino, así que al regreso de  las dunas de Aveiro hicimos una parada en Viseu para su visita y comer; la ciudad merece una mañana para ver la parte antigua y callejear por el centro histórico tras aparcar por la zona del Jardím das Mäes. El restaurante está a mitad camino de la Porta do Soar que es la entrada a la zona más antigua de la ciudad (y a la catedral) y por toda esa zona están la mayoria de restaurantes.

El local tiene forma de U invertida dando acceso a la zona de barra y bodega, con mesas altas en la pared opuesta; la cocina -abierta- y brasas del fondo hacen de enlace con la entrada a la propiamente dicha sala en formato de tubo con mesas a ambos lados y pasillo central hasta la cristalera que da a la calle.

La bodega merece un punto y aparte ya que es muy amplia variada con mucha preponderancia de vinos portugueses de muchas zonas con buen abanico de precios diversos y con predominio de tintos como exige su cocina (no perder de vista las neveras de las carnes, un espectáculo) con amplia presencia de las DOs Douro y Dâo; pero ¡ojo! vende a precio de tienda más el descorche si lo tomas en el restaurante: un chollo, con varios vinos por debajo de 10€ en carta. Por ejemplo españoles solo habia dos: Les Terrasses a 30€ y Numanthia 40€. Tomamos Niepoort Dâo 2018 de uva touriga nacional (7€ el vino + 5€ servicio); por supuesto nos llevamos varios souvenirs de la carta de vinos y por ello mejoraré la puntuación del servicio de vino (en realidad dado a catar y primer llenado de copas -buenas copas-) y también por los buenos consejos que nos dieron a pie de mesa siempre buscando en la misma calidad el mejor precio.

En las mesas, desnudas, de madera, hay manteles individuales y sobre ellos un cuchillo en forma de navaja que ya te dice lo que debes de pedir y pasar del menú ejecutivo  (9.50€). Si miras a tu alrededor, haces como los peques con el catálogo de ECI: "lo quiero todo, todo". ¡Vaya carnes! A nuestro lado se estaban zampando un tomahawk de black angus (1200 grs de chichi) entre dos (49€) que me quedé con las ganas; la carta de carnes esta clasificada en carnes frescas, maduradas 30 dias y maduradas 90 dias con varias opciones en cada apartado; hay más cosas, hasta pulpo, pero será para si vuelvo otro día (o tampoco). El servicio muy amable, eficiente, buenos consejos para comer (como los del vino), frenando un poco nuestra gula ya disparada; buen ritmo de salida desde la cocina (mucho personal). Nos aconsejan una carne fresca y una madurada para apreciar diferencias y así lo hacemos y nos las sirven sobre dos tablas de madera bien de punto (podría haber sido un poco más sangrantes pero no hubo quorum), con lo que compartimos sobre la mesa:

. típico aperitivo portugués sobre la mesa: pasta de queso con especias y pan tostado en pequeñas lonchas que es una forma elegante de cobrarte el cubierto de todos y 2€ para los 4 cubiertos, no puede considerarse un abuso.

. ensalada vegetal x 2 (a 3,50€ c.u.): dicen que hay que poner algo verde junto a la carne y así se hizo: lechuga, tomate y pepino.

. rosti x 2 (3€ c.u.): a modo de torta y servido en una pequeña paella: patatas rustidas con queso que se funde y traba la base de patatas. Cumple bien.

. chateaubriand 400 grs+(19€): una carne que se deshace de tierna, sabrosa. Muy bien.

. entrecotte de black angus 500 grs+ (30€): aquí la cosa ya va de sobresaliente. Muy recomendable.

. crème brulée (4.50€): clásico postre internacional muy bien resuelto

. pavlova con mermelada de calabaza y cuajada (5€): simlemente perfecta crujiente, ligera sin empalagar. Recomendable.

. tarta de rolha (5€): referida como buena, nada pesada y bien presentada.

. fruta natural (3€): piña de las Azores cortada y preparada, perfecta de madurez.

Parece poco pero fue casi 1 kg de carne, todo carne sin hueso ni desperdicio aunque al venir de zona de playa, íbamos con algo de déficit carnívoro y casi caemos en la tentación de algo más (¡sigo viendo ese tomahawk!) y ahora me arrepiento. Rematamos con 4 cafés (¡¡¡ a 1€!!!), de calidad y cortos como suele ser en el país (lo de barato es poco), con un rato de sobremesa mientras retomamos la carta de vinos para elegir la compra de souvenirs que subió más que la comida. La tentación era máxima y seguro que el desconocimiento de estos vinos nos hizo dejarnos muchas oportunidades.

En la ciudad de Viseu hay dos catedrales: una de piedra y otra de carne y hueso. Conviene visitar ambas para que el espíritu y la materia tengan su alimento. Si solo te da tiempo a visitar una, yo se cual eligiría: el tomahawk y amunt Vàlencia.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    Joan Thomas

    Muy buen descubrimiento esa catedral de las carnes y a un precio sin igual. Felicidades por el disfrute. Un restaurante a tener en cuenta si un día pasase por Viseu.
    Saludos

  2. #2

    Abreunvinito

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Si yo vuelvo se me a hacer difícil no repetir.
    Saludos

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