Con muchos lugares en la ciudad para el tapeo y muchos restaurantes dedicados en su mayoría a las carnes, hay otras opciones para un almuerzo en la fría mañana de invierno. No es zona de bocadillos ni de plantemientos de tortillas, embutidos y otras viandas típicas para incluir en un entrepan; y eso que buenos panes sí que hay, pero falta la cultura del almuerzo. Aquí ha ganado la de la tapa del aperitivo.
Este pequeño y muy estrecho local, ubicado justo donde acaba la zona peatonal monumental, dispone de una barra a la entrada donde se cocina y, bajando unos escalones, tiene un bien decorado y agradable espacio con pocas mesas de madera, cómodas sillas y algún sillón que hacen agradable la estancia. El servicio es rápido al menos cuando hay poco aforo.
La carta a modo de folios cogidos con pinza sobre tabla de madera es muy amplia. Tiene hasta 33 opciones de crêpes salados, otro tanto de dulces pero también gofres y hamburguesas. Destacable la carta de cervezas y también muchas opciones de vinos por copas y botellas.
Elegimos para beber una intensa y tostada cerveza Super Bock abadía y unos cafés finales correctos. En la parte sólida:
. crêpe de salmón ahumado, queso Philadelfia y lechuga: relleno correcto.
. crêpe de 4 quesos: con queso Roquefort, cheddar, cabra 100% y oveja curado viejo: buenos sabores.
. crêpe de natillas y canela: sin excesos de dulce con el aliciente de canela sin restricciones.
La masa del crêpe bien hecha, grosor adecuado y bien de plancha.
Hay que exportar nuestro esmorzar y nuestro cremaet.