Local con vistas

Ubicado en la peninsula de Setúbal, justo frente a Lisboa, accediendo bien en ferry (lo más recomendable) o en coche por el puente nuevo (en taxi a la vuelta si es de madrugada), completando una bonita tournée. Los ferrys tienen horarios frecuentes siendo recomendable cogerlos antes del atardecer para disfrutar de la puesta de sol desde el otro lado del Tejo (Tajo).

Son varios los locales que hay en la zona sobre todo cercanos al uelle de parada del ferry. En nuestro caso cogimos la orilla del estuario caminando entre pescadores de caña que tiene éxito, pasando por varios locales y entre medio de las mesas del restaurante Ponto final hay unas escaleras (muchas escaleras) que suben a lo alto del mirador de la población donde se encuentra el restaurante. No desesperar hay una opción más cómoda pasadas las escaleras y por la orilla se llega a un ascensor que te lleva a evitar casi todos los escalones.

El restaurante tiene una amplia entrada de jardines y está dispuesto de forma de mirador acristalado hacia el río. Llegamos en dos grupos, el primero degustó de cervezas necesarias tras el esfuerzo físico de la subida y ¡¡Oh, sorpresa!! sólo quedan 3 para los 11 que somos, por lo que hicimos chupitos. Algo más de suerte tuvimos en la elección del vino, pues de una carta correcta casi toda de caldos portugueses, elegimos Esporao reserva 2016 un buen Alentejano; continuamos con Quinta do Carmo 2013 también Alentejano. Ambos con una temperatura de almacen pero no de servicio. Las copas correctas. Fueron muchas las botellas de vino que subieron la factura final.

Sobre la mesa una aceitera casera (¿prohibido?) bien de amargos con buenos panecillos de semillas. El servicio en sala es algo peculiar: un chico joven a las órdenes de una mujer que hace años que cumplió la edad de jubilación. Lo que parece imposible es que un local como éste no tenga cervezas un sábado por la noche (algo nada perecedero); tampoco había algunos vinos ni suficientes caipirinhas anunciadas en carta como especialidad de la casa y que tuvimos que sortear (¿nadie se encarga de comprar el ron?); tampoco pudimos probar la opción de quesos de postre (¡¡por Dios que Juan Roig, ponga aquí un Mercadona!!). Menos mal que nos lo tomamos a chufla. El agua en botellas pequeñas las sin gas y grandes las aguas con gas ¿?, hubo que reclamarlas varias veces. Las mesas largas con manteles de tela con cubiertos y platos correctos, colocadas cercanas a la cristalera dejaban una grata visión nocturna del estuario, la ciudad y el puente. Lo mejor del entorno. Algo incomprensible que, con esos mimbres de ubicación, local y producto fácil de conseguir, se pueda hundir un local, y nos hicieran pasar una noche para mal recordar. No debíamos haber subido los escalones. No entiendo la recomendación de Michelín aunque sea recomendación por el sitio, pero se trata de una guía no de fotografía sino de comidas y servicio.

Para cenar y con 3 platos de cada para compartir los entrantes y de forma individual princiaples y postre:

. unas zamburillas horneadas: bien de punto, carnosas, acompañadas de lechugas y tomates cherry. Bien.

. carpaccio de atun con piñones y gajos de naranja: bien de sabor, correcta ración a compartir. Mejor.

. pimientos rellenos con algo de verdura sobre una base de, creeo recordar, zanahoria. Vieja presentación, prescindible.

. algo parecido a un San Jacobo: demasiado cargado en elfrito del rebozado. Prescindible.

. solomillo brasa: buena pieza, bien de sabor en un emplatado que hace muchos años que dejó de hacerse.

. postre a elegir cada uno (no todos quisieron): conventual, resultó ser un tocinillo de cielo ligero, casi un puding. Otros probaron cheesecake caliente de vainilla y cítricos, delicia de chocolate con creme brûlée bien presentados y referidos como buenos.

Me tocó caipirinha y otros tomaron cafés y un coctail frutal que no acabó de gustar. Disfrutamos un rato más de las vistas y de la conversación y nos retiramos ambas mesas largas; las otras creo, dos mesas del comedor hacía rato que se habían ido. Unos minutos y llegaron los taxis necesarios porque los ferrys ya habían cerrado.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    Joan Thomas

    Al menos fue un excelente tour turístico, en este caso la comida pienso que pasó a segundo plano.
    Habría que escribir a la guía roja portuguesa para saber que han encontrado en ese restaurante. Lo que explicas, a posteriori (desde luego), es verdaderamente cómico y me ha hecho pasar un buen momento, jejeje
    Saludos

  2. #2

    Abreunvinito

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Es lo que hay.
    Saludos

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