Una bendición de lugar

el patio al entrar, el muy acogedor comedor interior... todo es agradable en este restaurante. Además, no tienen la cerveza que predomina en toda Andalucía Occidental y se decantan por una excelente Alhambra (se nota que uno es de Graná, jeje).

Decoración muy acogedora, carta ingeniosa que requiere pensar un poco para entender los juegos de palabras que encierra. Por fortuna, Eva, a cargo de la sala, se encarga de aconsejarte y resolver cualquier duda que tengas, y si considera que de un plato te viene mejor pedir media ración para no colarte en la cantidad, no duda en intervenir.

Afortunadamente reservamos, porque estaban todas las mesas ocupadas el 1 de abril (miércoles santo)

La carta de vinos correcta y buena, con referencias de la tierra y de otras denominaciones de origen, para mí me basta con 20 vinos o así que tendrán quizás, con tal de que haya alguno que me guste...

El menú parece que es de temporada, está impreso en un folio, y supongo que cambiará con las estaciones. También tenían un par de opciones fuera de carta.

Tomamos para empezar unas alcachofas con foie confitado y pesto, un perfecto equilibrio de sabores, muy buenas (media ración, a instancias de Eva)

Luego seguimos con un sashimi de albur que en cocina combinaron con otras tantas piezas de atún. El atún, bueno, pero no tan rico como los de almadraba, no es temporada aún. El albur, un pez de río de la zona que nunca lo habíamos probado, estaba untuoso, suave y sabrosísimo, mejor que el atún. Las huevas de salmón, toda una explosión de sabor en la boca.

El carpaccio de calamar y gambas con coral y tinta una maravilla de sabor de mar, cada bocado un lujo, sorprendente plato.

La ensalada de raya confitada con naranja muy equilibrada también, quizás le hubiera sobrado algo de lechuga para mi gusto, pero las texturas espectaculares, me recordaba al remojón típico granadino, pero sin lo coriáceo del bacalao y con una raya confitada muy suave en su lugar. Muy rica la ensalada.

Terminamos con unos raviolis de galeras con alboronía (una especie de pisto pero sin tomate, con algo de hinojo). Curiosamente tenían un ligero aroma a cebolla, yo creo que el hinojo estaba quizás algo verde. A mi mujer no le gustaron nada, a mí me encantaron, porque tampoco como uno galera todos los días.

Mi hija tomó una presa ibérica con Café París, espinacas y "puntalletes" que son granos de sémola de maíz inflados y cocinados con mucha suavidad. Un plato impecable, por suerte pedimos la salsa café París aparte, porque yo creo que no le hacía ninguna falta. Crujiente y tostada la carne, muy jugosa, pero aún mejor las espinacas rehogadas con todo el sabor de la presa, un espectáculo.

Tomamos un Godello del Barco de Valdeorras, no recuerdo el nombre, correcto, muy mineral al abrirlo pero luego se desinflaba en pocos minutos.

De postre un gustoso mousse de chocolate y un tremendo de bueno milhojas de manzana, puro placer.

Invitó la casa a una copa de pacharán.

Una experiencia para repetir, ya se me iba olvidando que el servicio no está reñido con la alegría, la energía, la amabilidad y el optimismo sin ninguna rigidez del exceso de profesionalidad. Excelente Eva.

  1. #1

    Bouquet55

    Buena pinta lo que describes, se ve que lo buscaste mejor que yo, porque creo la mayoría de esos platos me gustarian.
    Enhorabuena y saludos.

  2. #2

    jacomur

    Habrá que tenerle en cuenta cuando vaya al Puerto de Sta.Mª. Saludos desde la Infinita Cantabria.

  3. #3

    Mara Funes

    Enhorabuena, de verdad. Has hecho que cuando vuelva al Puerto no me permita abandonarlo sin visitar a Eva.
    Saludos!

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