Varias luces y algunas sombras

Primera visita al restaurante de Marc Palou al cual acudimos con la convicción de encontrar una buena cocina de producto avalada por la larga trayectoria familiar iniciada en el año 1923 con el Túnel de la calle Ample (hay una carta enmarcada del ese año en el actual Túnel) y más tarde con el Túnel de la calle Muntaner. En general, cabe decir que fue una experiencia positiva, con buenas elaboraciones y buen servicio a un precio correcto, aunque con ciertas sombras que creo que harían bien en considerar.

El restaurante se sitúa en un chaflán del Eixample derecho y para la ocasión, dado que éramos 7 comensales, nos habilitaron una mesa cuadrada en la zona de entrada, a modo de reservado. Me es difícil explicar porqué no me resultó en restaurante acogedor, cálido. Posiblemente hubiese tenido una sensación diferente en las mesas del primer piso o arriba. Creo que estar en un espacio de techo tan alto con una cristalera sin persianas que da a la calle acentuó la sensación de “desprotección”, incluso la iluminación me pareció algo fría. En fin, reconozco que es una apreciación muy personal y que en cualquier caso valoro la oferta de situarnos en una mesa a modo de reservado.

En lo que respecta a la comida nos decantamos por el menú festival gastronómico a 52 € que se componía de 5 platos y 2 postres. Resultó curioso que el maitre en el momento de explicarnos las opciones de la carta omitió totalmente este menú aún estando escrito en la misma, lo cual nos dio a entender que simplemente no estaba disponible esta opción. Sólo preguntándolo después constatamos que sí que existía. ¿Se despistó? ¿Nos prejuzgó? La respuesta queda en el limbo. Igualmente pasó con los vinos. No quedó muy claro en la explicación del menú si iba con o sin vinos. A la pregunta que le hicimos al respecto no mostró mucho interés en mostrarnos la carta de vinos dando por supuesto que ya nos iban bien los asignados al menú, que no sabíamos cúales eran (sólo una vez lo preguntamos nosotros). Una vez más: ¿Despiste? ¿Prejuicio? Creo que haría bien el maitre en cuidar estos detalles.

Entrando en materia el menú se inició con la grata sorpresa de 3 aperitivos. Para empezar una presentación en cacito de un clásico catalán como es el pan con tomate y la longaniza, muy picaditos, delicioso. Siguieron unas croquetas de pescado, sabrosas, y en último lugar una muy destacable crema de escalivada con aceite de anchoa, francamente buena A partir de ahí entramos en el menú con una ensalada de salmón macerado y tomate confitado, muy lograda. Seguimos con un salteado de setas con butifarra del perol y butifarra negra: excelente, me encantó. A continuación un risotto de ceps con crujiente de parmesano, para mí uno de los lunares de la noche: seco, excesivamente calentado, nada cremoso, sorprende porque creo que es uno de los clásicos de la carta. Seguimos con una suprema de dorada con salsa de parmentier y suquet. En mi opinión bastante insulso. Buena la preparación del pescado, excelente la textura pero sorprendenmente apagados los sabores de la salsa y el suquet. Prácticamente estabas comiendo el pesacado al horno, sin más. Por último, nos trajeron un lechón al horno con manzana caramelizada y salsa de ceps. Fantástico. Muy melosa la carne y sabrosa la salsa. En los postres sirvieron un sorbete de pera con reducción de módena. Algo recia la textura del sorbete, no me acabó de gustar. El segundo postre consistió en un helado de vainilla con uvas y frutos rojos flambeados al vodka. Correcto. Respecto a las bebidas pedimos un cava en el aperitivo y nos trajeron un Vallformosa Brut. Un cava correcto, sin más. Los vinos fueron Ramon Bilbao Crianza 2007 (D.O.Ca Rioja) y un Anna de Vallformosa (D.O Penedès). Creo que se podía mejorar la oferta de vinos incluidos en este menú. Ni rastro de vinos dulces para el momento del postre. Ni siquiera un par para poder ofrecer. No hubo descorche ni cata pero si servicio posterior de copas. Las copas Schott Zwiesel para el tinto y unas copas de menú de batalla para el blanco (bastante incomprensible). Sin petits fours en los cafés. Cubertería y mantelería correctos. En una mesa de 7 debería cuidarse el detalle de porqué a 4 comensales les toca la pata . Algo incómodo.

En resumen, una experiencia correcta en lo culinario, con algunos peros e igualmente correcta en el servicio (atento) aunque también con algunos puntos de mejora. Mi recomendación sería probar el restaurante (creo que la cocina lo justifica) pero yendo a la carta tanto en los platos (quizá hay días mejores para ciertos platos y esto el buen chef y el buen maitre lo saben y aconsejan y guían al comensal con elegancia), como en los vinos.

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